jueves, 15 de noviembre de 2012

Un Che en los Alpes


El Argentino
de Klaus Merz



“El pasado es un país extranjero” se lee en el epígrafe que abre esta nouvelle del suizo Klaus Merz en el que el narrador, concurrente a una reunión de ex-alumnos, le cede la voz a la nieta de “el Argentino” quien desgrana la historia de su abuelo y antiguo maestro del grupo, y cobijado en el relato de la vida de “Abuelo” como lo nombra Lena, enmarcando el sustantivo, se transforma en oyente de una narración construida con frases precisas y delicadas que focalizan las imágenes sin quitarle fluidez.
Y es en el apodo donde se centra la historia del personaje: la de un lector apasionado de relatos de aventureros, admirador de Conrad y del fundador de la escuela primaria, Johann Pestalozzi, que en 1945 abandonó la Europa en ruinas, se despidió de su amada y se embarcó rumbo a Sudamérica “para convertirse en gaucho”, pero el sonido de un bandoneón que “respiraba sobre las rodillas” de un músico en una milonga, lo capturó.
Su rápido regreso a su civilizado pueblo europeo, a la vida sedentaria de maestro y bibliotecario no modificó su mirada sobre el sentido de su vida. “Leyendo nos ponemos en camino” señala. Y si renunció a una vida heroica y riesgosa fue porque descubrió que para experimentar el mundo es necesario “narrar y dejar narrar”, que no es otra cosa que escuchar, y que convirtió en el credo pedagógico con el que enseñó a los niños a leer imágenes, rostros, mapas, fotografías, para revelarles un mundo narrado y narrable, el pertrecho con el que todo hombre, sostenía, podría enfrentar su tarea.
Pero además es un relato circular: el de un suizo que eligió ser gaucho y compadrito y regresar, como extranjero, para narrarle a su gente la experiencia de la otredad y descubrir en ella la propia, escrito por un suizo y traducido exquisitamente por una argentina, Gabriela Adamo.

Publicado en diario Perfil

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