El fin de los días
“El verano pasado aún fuimos de
aquí a Marienbad. ¿Y ahora, adónde vamos ahora?” se pregunta W.
G. Sebald desde el epígrafe que abre esta novela y la referencia a
aquellos autores europeos de posguerra -como Resnais- que, abrumados
frente al infierno de las dos guerra y buscando la forma de narrarlo
encontraron un estilo que los hizo únicos, permite ubicar a esta
autora nacida en Alemania oriental en esta misma serie.
Con una prosa de
una exquisitez notable narra la historia de tres generaciones de
mujeres de una familia judía en su desplazamiento por el territorio
que formaba el imperio austrohúngaro, desde los años previos a la
revolución rusa hasta la caída del muro de Berlín. Frente al
horizonte de la muerte individual y colectiva, y contra la idea de
que una vida puede ser contada linealmente, imagina para la
protagonista distintas vidas posibles según el momento en que
sobrevenga su muerte. Y con estos hilos formará la trama de la
historia del siglo que Hobsbawn definió como corto -pero que para
aquellos que lo transitaron, de una intensidad en las formas de la
crueldad que lo distinguió de sus predecesores- con los que logra
convertir, en cada uno de sus párrafos separados y yuxtapuestos, piezas de orfebrería.
Y hay un núcleo
del cual este texto pareciera surgir y es la idea de frontera que la
novela explora en toda su densidad conceptual, como los límites de
ese imperio que la Gran Guerra reformuló. O la que, separando dos
mundos irreconciliables, encuentra en la ciudad de Berlín y en el
muro que la atraviesa la cifra de un territorio escindido que no es
otro que su yo, porque esta autora lo sabe, lo personal siempre es
político. O el frente de batalla como la única frontera posible
(“¿Entonces la muerte no era un momento, sino un frente, a lo
largo de toda una vida?”) y un territorio difuso donde los
comunistas europeos podían ser fusilados tanto por el ejército nazi
como por la inteligencia stalinista.
Poética de
frontera podríamos definir a aquella que pone a sus personajes y a
sus lectores frente a frente. ¿Se llama cobardía el abandono de la
mujer frente a la muerte del hijo o fortaleza para empezar de nuevo?
¿Cómo se mide el valor de un ser humano que se prostituye? ¿Dónde
estaba realmente un poema mientras era traducido de una lengua a
otra?, interrogantes con los que construye escenas que con diálogos
mínimos y condensadas en un gesto, van al hueso de la historia.
Una poética que
busca contar una historia explorando “la forma en que cada palabra
se abre paso por entre la espesura de las palabras”, para volver
sobre las escenas y contarlas otra vez y en esa repetición,
reformular el sentido. Un procedimiento que la poesía conoce muy
bien y que los escritores de la OPOYAZ, durante los primeros años de
la revolución soviética, pusieron en primer plano, convencidos de
la función revolucionaria de las palabras, en una época en que “la
literatura misma era algo tan real como un paquete de harina, un par
de zapatos o una multitud alborotada.” Un pequeño manifiesto de su
extraordinaria prosa poética.
Publicado en Otra parte semanal, 24/11/2106