jueves, 15 de noviembre de 2012

Inocencia interrumpida


Las infantas
de Lina Meruane




“Todas las cicatrices remiten a una sola; la primera, la escisión umbilical, la única invisible.” Con esta cita de Sarduy la autora señala un recorrido de lectura en el que el cordón umbilical enlaza el relato de las promiscuas infantas del título a los cuentos. Si la exploración del erotismo es una marca de la literatura de Meruane, en éste, su primer libro, pone la mirada en los cuentos tradicionales para ver qué hay del otro lado y construye una versión porno que exhibe lo que estos relatos condensan: la muerte y la sexualidad como figuras de lo mismo.
En el primer cuento, un niño aprende los mecanismos del poder viendo a su padre dominar a sus compañeros de juego y asignarles el rol de obediente reina en una escena de sometimiento sexual.
Una cicatriz como marca del linaje señalado brutalmente por el padre es el recuerdo recuperado en una sesión de masajes. El cruce entre realidad y representación es el tema del cuento en que una pintora, en la búsqueda de un lienzo indestructible, le quita a su modelo toda la fibra del cuerpo. La historia de Pinocho y Gepeto se reformula en el triángulo formado por un viejo artesano, su muñeca, Manekine, y una joven del mismo nombre, espejo invertido de aquélla, quien asiste, desde la inmovilidad, a la tragedia que sus celos desatan.
Una casa invadida por las hormigas es el lugar donde la voz del padre deviene profecía terrorífica cuando la protagonista descubre en los cimientos algo mucho más monstruoso que el gran hormiguero.
El cuento final reescribe, en clave propia, “La casa de Asterión” de Borges (reescritura del mito clásico del Minotauro) donde un sabio ciego llega al laberíntico palacio y le recita al dueño de casa la historia de su padre. La escena final recupera toda la brutalidad sexual del mito que su literaturización veló.
El derrotero de las infantas intercalado en los cuentos narra su huída del palacio trasvistiéndose en Blancanieves, Bella durmiente o Caperucita roja, princesas perversas capaces de descuartizar a la dueña de la pensión para alimentar a los enanos, niñas con caperuza sodomizando al lobo, bella durmiente chupándose perturbadoramente el dedo pinchado para culminar en una escena de necrofilia en la que ambas infantas matan al sabio ciego (Borges), explicitando, con esta muerte literaria, el lugar que la escritura de Meruane pretende ocupar en la exquisita cuentística latinoamericana.

Publicado en diario Perfil

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