martes, 17 de mayo de 2016

Había unavez un circo

Los equilibristas

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Los libros-álbum ya deberían ser considerados un género en sí mismos. Dedicados a los pequeños iletrados, se sitúan lejos de los estereotipos y los modelos (cuando no los parodian) y establecen claras conexiones con la plástica, el cine, la publicidad y la literatura. El resultado es un texto con muchos niveles de lectura que incluye a lectores de diferentes edades, sobre todo a aquellos para los que la historieta dejó de ser un género menor.
El diálogo entre los códigos plástico y literario y también su diseño como objeto, exige una lectura que trascienda lo meramente argumental, más ligada al juego con las formas y el lenguaje, al placer estético que la palabra y la imagen son capaces de provocar.
Un ejemplo claro es este nuevo libro-álbum, cuyos autores ya habían probado su eficacia como dupla creativa en Así queda demostrado, un texto donde integraban ilustraciones fantásticas con elucubraciones absurdas que lo emparentan con los bestiarios medievales o los antiguos tratados de medicina.
Y Los equilibristas no es la excepción: la invitación al juego comienza en la contratapa, con las figuras de sus protagonistas, los cinco equilibristas, Felisberto, Cloroberto, Adalberto, Humberto y Rigoberto para recortar y pintar, y la asonancia de sus nombres convocan al juego con la rima que tanto la poesía como la publicidad adoptan como principio constructivo.
La ilustración, basada sobre todo en la técnica del collage, se asocia a la construcción de unos personajes que hacen de la libertad su razón de ser, a la vez que no olvidan homenajear a la gran literatura infantil (como en el caso de Licia, la niña espejo), uno de los tantos bellos monstruos que pueblan esta historia.

Publicado en diario Perfil, 15/5/2016