martes, 25 de noviembre de 2014

La vuelta al mundo arcaico

La canción de Amina




En el universo adulto, las culturas ancestrales -el otro absoluto- sólo tienen interés para los antropólogos o los documentalistas. En el mundo infantil, en el que todo lo que existe puede ser motivo de curiosidad, un día en la vida de una niña del pueblo de los bambuti (los pigmeos, como los llamamos en Occidente) puede transformarse en la mayor de las aventuras. El cine de entretenimiento sabe de esto y lo ha explotado, muchas veces desdeñando la verdad histórica, lo que no es el caso de la colección “La vuelta al mundo” de la editorial Uranito, que cuenta historias inspiradas en estas culturas.
El paisaje, sabemos, se transforma en protagonista cuando reviste para sus personajes un carácter existencial, en las culturas contemporáneas y en las arcaicas. De eso tratan estas historias. La pequeña Amina (que en su lengua significa: digna de confianza) se convierte en la heroína, cuando gracias a una idea inspirada en las voces que escucha del bosque, su hábitat, salva a su comunidad de ser comida por los cocodrilos.
La ilustración, valiéndose de los matices que paleta del verde le ofrece, da cuenta de la importancia y el valor que el bosque tiene para esta historia, como lugar antropológico y fuente de vida.

El libro incluye un gran apartado con información sobre el lugar donde viven los bambutí, en el centro de Africa, en la república del Congo, sobre su lengua, sus modos de socialización, sus rituales y ceremonias, más un glosario con las palabras que aparecen en el cuento de una de las culturas quizás más alejadas de la nuestra, consciente de la necesidad de cuidar su entorno vital, mucho más que nuestras civilizadas e hiperdesarrolladas sociedades.

Publicado en diario Perfil, 23/11/2014

lunes, 17 de noviembre de 2014

El oficio más noble del mundo

Entevista a Antonio Ventura Fernández


Editor con varias décadas de oficio, inauguró, en ese renacimiento de la vida cultural española que fue el “destape”, con las colecciones de libros infantiles y las publicaciones especializadas que dirigió, un modo de entender la lectura de fuerte impacto en el ámbito escolar en su país. Invitado este año al Filbita, compartirá su experiencia como editor de libros ilustrados de poesía y dará diferentes talleres invitado por la editorial El pequeño editor.

En el comienzo de su carrera están la docencia y la animación a la lectura. ¿Qué le enseñaron sus alumnos a su futuro oficio de editor?

Mucho más de lo que yo imaginé. En aquella época nunca pensé que iba a ser editor, pero lo que sí me encontré enseguida fue que los materiales escolares (y estoy hablando del año 77, acababa de morir el dictador) no valen y los libros de literatura están obsoletos. Entonces me digo que hay que buscar materiales nuevos para que los muchachos se acerquen a la lectura como algo placentero. Y ahí tuve la suerte de que fueron los años donde se publicó todo lo que durante años había estado prohibido y además la enorme curiosidad que tenían aquellos chavales fue maravillosa al punto que según ellos aprendían, iba yo aprendiendo la didáctica de la promoción de la lectura. Y quizás el ejemplo más evidente de esto fue la creación de la revista Babar que nace como una publicación escolar de un trabajo con dos grupos de alumnos y ellos mismos al acabar lo que en aquel momento era la primaria, dijeron ¿qué va a pasar ahora con Babar? Eso realmente me sorprendió.

¿Cuáles eran sus criterios a la hora de asesorar a editoriales como Alfaguara o Anaya? ¿Cómo conviven el objetivo comercial con el pedagógico y el literario?

En aquella época había una cierta, yo diría, ingenuidad desde la perspectiva de cómo funcionan las oficinas de marketing hoy. Mi trabajo con Alfaguara por un lado era el de lector de confianza de la editora y por otro lado estaban las políticas de promoción sobre todo el catálogo que tenía Alfaguara que era inmenso y llegó a ser el mejor que hubo en España de literatura infantil y juvenil. Estoy hablando de una colección, entre la naranja y la roja de unos cuatrocientos títulos, donde estaba lo mejor de la literatura occidental, una cosa impresionante. Los materiales que hice de apoyo brindaban al profesor herramientas didácticas para el aprendizaje de la lectura literaria. Por ejemplo recuerdo un libro maravilloso de Christine Nöstlinger que se llama Filo entra en acción, y la guía didáctica que yo preparé para ese libro nació de la experiencia mía en el aula. Yo recuerdo que cuando tomaba un grupo nuevo de muchachos que llegaban al curso ya conocían el libro a través de sus hermanos mayores o de oídas. Y preguntaban ¿vamos a leer “Filo en acción”? Porque es una cantidad de propuestas en una forma honesta que la Nöstlinger pone sobre la mesa... Esto ha evolucionado para mal, desde mi punto de vista, fundamentalmente porque la mayoría de la literatura juvenil que se publica hoy es mala.

¿Qué diferencias encuentra entre los libros que se leían cuando Ud. era chico y los que se editan hoy?

Bueno, cuando yo era chico, en España no había libros. Yo nazco con la dictadura, en el 54, en un país donde se pasa hambre, pero cuando yo termino el magisterio, todavía no había muerto el dictador pero ya empieza a haber publicaciones intermitentes de cierta calidad en literatura infantil, estoy hablando de editoriales pioneras en España donde descubrimos los primeros textos de Gianni Rodari. En mi infancia, por el contrario, nada.

Revisando el catálogo de la editorial que Ud. dirige, El jinete azul, se advierte un “maridaje” entre la poesía y las artes plásticas. ¿Lo estético le ganó a lo didáctico?

Siempre. Lo didáctico fue central en mi trabajo como maestro y como asesor, pero cuando tuve la oportunidad de crear mi pequeña editorial era evidente que solamente podía hacer una oferta estética. A mí me parece que ese objeto que llamamos libro-álbum es un soporte privilegiado para el desarrollo de la sensibilidad, porque por un lado está ofreciendo un discurso gráfico y por otro lado está dando una historia que los niños más pequeños, a partir de esas imágenes, aunque no sepan leer, la pueden construir de la mano de su mamá o de su abuela.

¿Cómo ve el panorama latinoamericano?


Creo que hay un segundo escenario que abrieron en su momento personajes como Graciela Montes o María Teresa Andruetto y pensando en el portugués, Lygia Bojunga Nunes o Ana María Machado, serían el equivalente. Entonces, creo que es un territorio muy fértil y además hay algo que a mí siempre me ha dado envidia y es que los españoles tenemos una mirada nacional. Ustedes en cambio tienen una mirada trasnacional y eso es una riqueza que se está notando ahora no sólo en la literatura sino también en la ilustración.

Publicado en diario Perfil, 16/11/2014