lunes, 28 de diciembre de 2015

IV Feria de editores independientes




Atendido por sus dueños. Confían en que el público acude por el aliciente de los descuentos.
Atendido por sus dueños. Confían en que el público acude por el aliciente de los descuentos. | Foto: Marcelo Aballay
Una vez más –para ser precisos, la cuarta– los editores independientes celebraron un encuentro, invitados por FM La Tribu (y quizás haya que ir buscando un lugar más grande para el próximo año), donde pudieron intercambiar tanto experiencias como sus últimos títulos y conocer a sus lectores, a los que sedujeron con importantes descuentos, que éstos aprovecharon para encarar las compras de Navidad. Treinta y siete sellos fueron los que se dieron cita, algunos, recién creados hace apenas un año junto a otros como Beatriz Viterbo, por ejemplo, que va por su cuarto de siglo.
En un momento político y económico bisagra, de mucha incertidumbre para la “pequeña y mediana industria”, sus responsables siguen apostando por una actividad que requiere mucho talento y dedicación, un ojo bien entrenado y una alta dosis de sensibilidad para lograr finalmente que un texto se encuentre con su lector.
Víctor Malumian, el organizador de la feria, explica, desde su lugar al frente de Ediciones Godot, el porqué de estos eventos: “Decidimos armar una feria para solucionar tres problemas: encontrar un lugar donde haya gente que te pueda asesorar. Y nadie conoce mejor su catálogo que el propio editor. Segundo: el aliciente de los descuentos. Tercero: curemos la feria para que el lector sepa que en cada mesita va a encontrar lo mejor de la edición independiente. La feria funciona así: vos tenés una editorial como Gourmet Musical que se especializa en música, Caja Negra que hace cine, estética y joyitas como Páprika o Fiordo que están sacando literatura internacional con traducciones muy cuidadas. Tenés a Blatt & Ríos, a la vanguardia de la literatura nacional; ensayos, con Las cuarenta, AH o nosotros. La idea es romper con el esquema de comprar la novedad y que el lector sepa que no importa qué libro esté buscando, acá va a encontrar una editorial especializada.”
Una de las más nuevas, EME (sigla de “Estructura Mental a las Estrellas”), comenzó en el 2014 y ya tiene tres colecciones en las que publica tanto escritores nóveles muy jóvenes, como ensayos recuperados del pensamiento nacional. Lejos de achicarse, piensan para el año próximo publicar varios títulos en las tres colecciones. A su lado, Nulu Bonsai, fanáticos de algunos clásicos descatalogados, publica poetas nóveles en su colección “Ataque Emocional al Sistema Capitalista.”
La rosarina Beatriz Viterbo espera festejar su 25º aniversario reeditando los veinte títulos de César Aira de su catálogo. Otra de sus apuestas es una colección de libros-álbum de ficción que piensan inaugurar con cuentos de Silvina Ocampo ilustrados.
Frente a la pregunta acerca de qué clase de lector tienen en mente a la hora de elegir lo que van publicar, Sebastián Martínez, editor de Entropía, piensa en “un universo de lectores a construir acorde con el universo propio de nuestros gustos”. Los recientes cambios económicos que sumaron más aumentos a los que periódicamente sufre el precio del papel, no pueden sino restringir la capacidad de consumo de los lectores a los que aspiran, sostiene. Sin embargo, los once títulos previstos para el año próximo, por ahora, siguen en pie.
En Bajo la Luna, una de las editoriales que se obstina en publicar a los poetas argentinos contemporáneos y a los extranjeros, creen que el aumento de los insumos ya es preocupante. Por ahora, están atentos a lo que resulte de la apertura a las importaciones, tema que preocupa a la mayoría. Mariano Blatt, de Blatt & Ríos, es uno de los que teme que se inunden de títulos españoles y mexicanos nuestras librerías, “sobre todo a partir de la crisis española, la Argentina resulta un mercado muy importante para ellos, y como el libro argentino está caro, ellos pueden venir con buenos precios.”
“Estamos muy asustados” confiesa Maximiliano Papandrea, de Páprika. Si bien supone que las nuevas medidas podrían mejorar la posición de los libros argentinos en el exterior, la predilección de los lectores nacionales por los títulos españoles lo deja bastante intranquilo.
Mientras esperan definiciones sobre políticas públicas y el reordenamiento del mercado, confían en que la especificidad de sus productos “no entran en la generalidad de la ley”. Como aseguran los de Eterna Cadencia: “Nos anima un impulso editorial difícil de derrumbar.”
Publicado en diario Perfil, 27/12/2015

viernes, 18 de diciembre de 2015

Entre la universidad de la calle y la academia



Entrevista a Guillermo Saavedra

Proyecto. En el plan editorial de EUFyL figuran grandes autores de la tradición cultural argentina.
Proyecto. En el plan editorial de EUFyL figuran grandes autores de la tradición cultural argentina. | Foto: Gentileza Facultad deFilosofía y Letras (UBA)

Director de la flamante editorial de la Facultad de Filosofía y Letras (EUFyL), que inicia su catálogo con Roberto Arlt, Samuel Beckett y Jacques Derrida, promete una nutrida serie de libros en los que divulgación e investigación van de la mano.

—¿Cómo surgió esta nueva editorial universitaria?
—Esta facultad siempre editó sus propios libros, hasta ahora orientados a las necesidades de las cátedras. Entonces este sello viene a poner a conversar toda esa producción libresca con los lectores de afuera.
—¿Y cómo piensan hacerlo?
—La Argentina cuenta con un piso de lectores de una alta competencia, de modo que el desafío es grande. Vamos a explorar el aspecto social de la geografía, el aspecto político de la antropología contemporánea, la relación con los pueblos originarios, cuestiones que se han puesto en discusión en estos últimos años, y la facultad tiene muchas cosas para decirle a la sociedad en ese sentido. Entonces, desenclaustrar esas investigaciones y llevar los aspectos más conversables a un ámbito no académico es nuestro objetivo.
—¿La divulgación es uno de ellos?
—La divulgación necesita encontrar un equilibrio que creo que estos trabajos garantizan. Por ejemplo, Historia de la mentira es el resultado de una conferencia que hace veinte años dio Derrida acá, tiene un prólogo de Jorge Panessi. La facultad produce constantemente valor y por suerte tenemos una excelente distribución en librerías en todo el país.
—¿Qué cosas de tu experiencia en editoriales comerciales quisieras volcar en EUFyL?
—Me formé leyendo los libros del Centro Editor de América Latina, de manera que para mí no hay muchas diferencias. Tuve la suerte de estar en grandes grupos editores y allí lo que aprendí es la cuestión de los tiempos y de la necesidad de resolver. Por supuesto que tenemos que hacer viables desde el punto de vista financiero los libros, pero no vamos a resignar prestigio ni calidad.
—¿Cuál es el plan editorial para 2016?
—Por un lado está la línea de revisitar grandes autores de la tradición cultural argentina, y vamos a pedirles a diez intelectuales de un rango muy amplio que elijan algún fragmento de la obra de ese escritor y lo comenten. Ya tenemos dos programados: uno con fragmentos de Sarmiento y el otro con diez poemas de Lugones. También, una antología temática de la poesía argentina. Luego, la antología comentada de la revista Centro, que es una revista pre Contorno. En cuanto a filosofía, a los profesores que nos visitan –Didier Eribon, Noam Chomsky– se les ha pedido que nos cedan los derechos de sus conferencias. Y este año acabamos de sacar un cuento inédito de Samuel Beckett en forma bilingüe, con un prólogo de uno de los mayores investigadores de su obra.
—¿Hay un público interesado en los discursos académicos, o lo que hubo es una ampliación del público universitario?
—Creo que lo que pasa hoy es que los discursos se han contaminado. Hace treinta años, los que escribían en los diarios eran los de la “universidad de la calle”, y por el otro lado estaba la academia con sus propias publicaciones. Me parece que estos límites son hoy mucho más porosos y nosotros venimos a ocupar ese lugar.
Publicado en diario Perfil, 11/12/2015

lunes, 30 de noviembre de 2015

La lengua desatada

Mundo cruel

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Comencemos por decir que este conjunto de cuentos fue el ganador de un concurso de temática LGTB sólo para saber de qué van sus historias y no para encasillarlas. Nada más alejado de esta literatura que ofrecer para el consumo editorial unos textos escritos bajo la sombra tutelar de Manuel Puig y su provocativo uso de la cultura de masas. Porque es el melodrama en toda su desmesura siempre al borde de lo grotesco lo que le sirve a este autor puertorriqueño para hablar del padecer de los subalternos: pobres, homosexuales, mujeres y niños transitan estas historias narradas con una lente rosa que como en Puig, reduce la distancia entre el narrador y lo que cuenta a cero.
En sus mejores relatos, una primera persona del singular reproduce, como una caja de resonancia y sin mediaciones, el habla popular: locas, travestis, drogones, prostitutos y hasta vecinas escandalizadas hablarán a través de este yo en el que cuerpo y lengua se funden. Porque en este mundo cruel las palabras quedan marcadas mucho más tiempo que los golpes.
Como en el primero de los cuentos, “Mujercita”, en el que un niño que ha migrado junto a sus hermanos por distintas casas siguiendo a una madre despechada digna de un bolero y que encuentra en los clásicos infantiles un lugar posible de felicidad, recibe, con la violencia de un cachetazo, el rechazo de su padre en la palabra “pato” (marica) cuando lo encuentra leyendo, cautivado, el clásico de Louise M. Alcott.
Y es en el cuento “La Edwin”, donde la lengua se desata al ritmo desbocado de unas vidas al límite -en los años en los que el SIDA perpetraba un nuevo genocidio- en el cotorreo de dos locas que descreen de los experimentos de la militancia pro diversidad sexual, y que, como criaturas de Almodóvar, se dejan llevar por las letras desbordantes de pasión de los boleros, su banda de sonido. Y es que, como los grandes cantantes populares (y como ellas), “la Yola se la vive”.
Otro es el género que musicaliza en “El vampiro de Moca” el circuito de las barras gays de una ciudad caribeña inundada de iglesias de todas las religiones posibles: el reguetón y la salsa, donde la fiesta deja ver, apenas, la sordidez del paso del tiempo (y la autoironía) cuando los únicos jóvenes que se acercan al enamoradizo protagonista le ofrecen compañía paga, o la de una mascota que al morir, deja a su dueño solo, endeudado y en la cárcel por intentar embalsamarla.
La vida como espectáculo, con toda la artificiosidad que hizo suyo el arte pop (y su ilustre antecesor, Oscar Wilde) se despliega en este universo donde la cursilería -el modo latinoamericano de designar lo que hoy llamamos kitsch- reina entre la astrología, las comedias musicales, el cine de Hollywood, los íconos gay como Lady Di y la religiosidad afro.
En su reverso, la ciudad miserable y violenta será el lugar donde los “bugarrones”, gays pobres, venden sexo por un par de ojotas o una línea de coca. Como en el cuento “Botella”, donde su protagonista huye en una carrera frenética del olor a podrido, la “peste” que lo impregna y que sube por sus calles e invade todo el cuerpo social y del que intenta protegerse comprando una botella de cloro.

Y el homoerotismo adquiere alturas místicas cuando un bello jovencito, el protagonista del cuento “El elegido” descubre el porqué de la predilección del pastor de la iglesia por su cuerpo que le revela muy pronto su mayor deseo: el ser sodomizado. Los azotes de su padre, en lugar de disuadirlo, lo convertirán en el objeto de adoración de toda la comunidad masculina y como los personajes de Bataille, encuentra en el erotismo que encierran las imágenes bíblicas, la síntesis de lo humano en lo divino que goza y se disipa. Y como en Bataille, las pequeñas muertes no anunciarán la aniquilación sino la vida que goza y celebra.

Publicado en diario Perfil, 29/11/15

lunes, 9 de noviembre de 2015

El primer hombre es el otro

Yo también soy

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Mijaíl Bajtín es uno de esos pensadores que tienen la rara virtud de haber desarrollado (y dado vuelta) varias disciplinas: la teoría literaria, con la que, tomando como base a Dostoievski, desarrolló su concepción de la novela polifónica; la lingüística, al sacar a la lengua del lugar de mero código o estructura y ubicarla en una zona de frontera, el espacio donde el diálogo funda el lenguaje; el análisis del discurso entendido como arena de lucha donde el enunciado, pura ideología, se despliega en la fricción y el malentendido; la historia cultural y la antropología, en sus formulaciones sobre el carnaval como el principio que subvierte la cultura dominante, por lo que, quizás, su mejor definición sería la de un epistemólogo de las ciencias humanas.

Sus textos nos han llegado en forma fragmentaria, por lo que no debería sorprender la aparición de nuevas traducciones de su inagotable archivo personal, como es el caso de este trabajo, en el que se recuperan los fragmentos –que muchas veces, la edición paleográfica no logra descifrar- donde reflexiona sobre la alteridad como el principio ontológico en el que basa su teoría del sujeto. “Yo también soy” es (toda una declaración de principios) darle la primacía al otro que me constituye y por lo tanto mi enunciado siempre tendrá el carácter de una respuesta, con lo que derriba al sujeto cartesiano del conocimiento. Si sólo puedo verme a través de los ojos del otro, las consecuencias de este planteo resonarán en la teoría del conocimiento, en la etnología, en los estudios culturales y hasta en las más actuales investigaciones sobre las identidades sexuales, una muestra de que Bajtín llevaba uno de esos relojes que adelantan.

Publicado en diario Perfil, 8/11/2015

lunes, 26 de octubre de 2015

Una teoría de los desechos

La exforma

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Un fantasma recorre la teoría del arte en este siglo que comienza: lo insignificante, residual, lo negado, reprimido y accidental y que este autor define con el nombre de “exformas”. Son los restos que, según el modelo de la termodinámica, la Revolución Industrial produjo cuando los vínculos entre arte y política se vieron moldeados por esta fuerza centrífuga que creó una zona de exclusión social y de rechazo a ciertos signos e imágenes, donde habitan los explotados, la cultura popular, lo inmundo y lo inmoral. Esa frontera donde se desarrollan las negociaciones entre lo excluido y lo permitido, entre el producto y el residuo, es la zona de lo exformal.
Con el propósito de interrogarse acerca de los modos actuales en que esta negociación se produce, recupera la figura de Althusser -borrada de la escena filosófica a pesar de haber sido el maestro de todas las “luminarias” actuales- a la luz de la reciente crisis financiera del 2008, por sus formulaciones sobre la ideología que le permiten abordar con una nueva (o vieja) mirada el vínculo entre política y arte y poner en cuestión a todas las corrientes que desde el post-estructuralismo, según Bourriaud, enmascararon, con su rechazo a las concepciones omnicomprensivas de la realidad, el triunfo del pensamiento unipolar, con el derrumbe de la U.R.S.S., a fines de los 80.

Siguiendo la huella que trazó Althusser en cuanto a la presencia material de la ideología en los aparatos ideológicos del Estado, encuentra en las formulaciones de los estudios culturales y poscoloniales la misma concepción de la ideología como práctica y no como sistema de ideas, por lo que sostiene que la tarea política del arte contemporáneo no deberá reducirse a denunciar tal o cual hecho político, sino a intervenir en el mundo, ampliando el potencial creativo del ser humano en todas sus formas. Aquello que Marx denominó poiesis y que Bourriaud invita, tomando la idea benjaminiana de “salvamento histórico”, a recuperar para la praxis artística.

Publicado en diario Perfil, 25/10/15

El triunfo de la inteligencia

Enrique Raab. Periodismo todoterreno
Selección, comentarios y prólogo de María Moreno

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Con un ojo puesto en su propio contexto de enunciación, María Moreno, una periodista de fuste -como solía adjetivarse-, se pregunta cómo es posible que el trabajo de Enrique Raab no haya quedado en los anales del periodismo argentino, y recupera en esta selección la mayoría de las notas que desde mitad de los años sesenta hasta mitad de los setenta -ese aleph cronológico que concentró los hechos que delinearon el mapa político de la Argentina- publicó en los medios de Jacobo Timerman como Confirmado, Primera Plana, La Opinión y en la revista Nuevo Hombre del PRT, organización en la que militó hasta su secuestro y desaparición en 1977.
Y el personaje en cuestión, judío desterrado a los seis años de su lugar de nacimiento, Austria, cuando la invasión nazi, encontró en la Buenos Aires politizada y cosmopolita de los 60/70, el espacio donde desplegar el radar heredado de la mitteleuropa con el que captó los signos de las luchas en el campo cultural (su especialidad) y muy agudamente en el campo político.
La distancia entre alta y baja cultura no parecía constituir un problema para él. Formado en el cruce del autodidactismo voraz, la militancia política y sindical y la “universidad laica” como llama Moreno al circuito de cineclubs y bares de la calle Corrientes, fue un periodista de amplio espectro que tanto podía analizar la exitosa novedad de Leonardo Favio, Nazareno Cruz y el lobo, desde la crítica especializada como describir el ascenso de Palito Ortega a la luz del nacimiento de la industria discográfica nacional mientras que con el mismo rigor criticaba a artistas consagrados en los ámbitos más exigentes de la intelectualidad porteña, atenta receptora de la teoría francesa a la que acusa de hablar en jeringozo (y lo demuestra). Capaz de sumergirse en la coyuntura hablando del impacto de la inflación en el consumo veraniego, como entrevistar al filósofo Bertrand Rusell y responder a sus interrogantes; hacer la crónica de la tarde en que Perón echó a los montoneros de la plaza o componer el -imperdible- reportaje a Mujica Láinez como un combate entre dos maestros del estilo.
Y si su vocación primera fue el cine según cuentan sus amigos cineastas, es en la escritura donde explota los recursos aprendidos en sus primeros años, haciendo del montaje estilo literario. Como cuando hermana las arengas del nuevo director de Radio Ciudad de Buenos Aires con los documentos de constitución de la prensa y la radio en el Tercer Reich. Y de la misma manera, aprovecha los recursos del documental cuando transmite el clima político enrarecido que se percibe con el avance de la ultraderecha peronista en el gobierno, dejando simplemente hablar a los funcionarios puestos por López Rega.

Militante del antipopulismo como fustigador de la intelectualidad de izquierda en su rechazo a la cultura de masas, “gorila erudito o marxista aplicado” lo define su antóloga, aunque el mismo Raab podría refutarla cuando afirma que enjuiciar a un libro por ser promarxista es lo mismo que acusar a la astronomía de ser procopernicana. Un libro-escuela quisiera ella que fuera. No vendría mal una cátedra de irreverencia en tiempos de alineación acrítica y de combates estériles.

Publicado en diario Perfil, 24/10/15

lunes, 19 de octubre de 2015

Entrevista a Juan Tauil

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Cronista de la escena queer, recopiló en Testiga parte de los textos publicados en el suplemento SOY de Página 12, mientras rodaba el documental T, con el que siguió, por otros medios, a algunos de estos personajes.

- ¿Por qué TESTIGA?
Porque, cuando era chico había en mi casa una enciclopedia que contaba la destrucción de Pompeya y me encantaba leer estas historias que hablaban de Plinio el joven, que había escrito sobre esto y atestiguado y me gustó esa idea de estar en los momentos de los acontecimientos -sufrirlos o disfrutarlos- y atestiguar, que no es ponerse afuera. Entonces, me di cuenta que es lo que hago siempre, contar historias. De todas las profesiones que tengo creo que ése es el eje. Y con la banda, Sentime dominga, también contamos historias. Me gusta esa idea del fogón y creo que de ahí viene eso de atestiguar.

- ¿Sos un periodista especializado en la temática LGTB?
No. Mi búsqueda, en el caso del libro y del documental era indagar sobre los cuerpos, sobre las identidades, sobre lo femenino, pero no me considero especialista en el tema.
Sí hay un libro que me cambió la forma de ver el mundo que es Fiestas, baños y exilios de Flavio Rapisardi y Alejandro Modarelli. Ahí empecé a ver el tema de los cuerpos, de la calle como escenario del deseo y de la privatización de ese circuito.

- ¿Cuál es la trayectoria política que pone en juego la transexualidad?
Yo creo que, básicamente, la discusión sobre la privatización de los cuerpos. ¿De quién somos? Yo, hombre, tengo más potestad sobre mi cuerpo que vos, por ejemplo. Vos no podés decidir abortar, entonces yo, hombre, gay, estoy en un escalón más. Mirá cómo son las cosas. Ahora, el hombre, dueño de su cuerpo, está sometido al poder médico, a la publicidad, a la obligación de ser joven. Me parece que esa es la gran discusión que tenemos que tener y creo que la transexualidad forma parte de esto “natural” que nos estamos empezando a preguntar.

- ¿El activismo LGTB sería el nuevo espacio de radicalización política?
Te voy a decir que acá, en la Argentina, con las leyes que se lograron, se licuaron un montón de demandas. Falta muchísimo y hay un montón de compañerxs que están sin trabajo o con el acceso a la educación restringido, pero igualmente las demandas están cubiertas. Falta gente que perfore los muros y entre al sistema.

- Cuál sería la opción: ¿defender la identidad sexual o pelear por abolirla?

Bueno, mi postura es muy travesti, que es meterse por todos los intersticios posibles y dar a conocer mi trabajo, mi forma de ver el mundo. Estamos en un momento que muchxs quieren asumirse de un modo y levantarlo como bandera: me asumo trans, me asumo travesti, loca o gay, entonces va a haber un tiempo en que esos compartimentos van a estar pero después me parece que nos vamos a dar cuenta que todxs potencialmente podemos ser todo. Eso es muy travesti, eso de que no hay un orden natural, ni físico ni social. Además la sociedad es mucho más permeable de lo que creemos. Soy muy optimista, creo que nos vamos a dar cuenta que no hay que poner ni “varón” ni “mujer”, como en Australia y que vamos a encontrar una corriente que nos va a unir y que puede ser adueñarnos de una vez de nuestros cuerpos.

Publicado en diario Perfil, 17/10/15