domingo, 21 de mayo de 2023

Vivir de viaje


Si hay alguien que transformó el viaje de iniciación de los herederos de la élite criolla (a la que pertenecía por su doble filiación) en un modo personal de habitar el mundo, fue Sara Gallardo. Un modo de proyectarse en líneas de fuga y de “vivir entre” (el campo y la ciudad; el país y el extranjero), que le proporcionó esa mirada  al sesgo (pero no sesgada) con la que descubrió, exploró y leyó los signos de un mundo del que se sentía ciudadana.  

Y este nuevo trabajo, prologado por la especialista en su obra, Lucía de Leone, reúne, para felicidad de sus lectores, las crónicas de los innumerables viajes que realizó como corresponsal de los medios para los que trabajó -La Nación, Primera Plana, Claudia, Atlántida, Confirmado- y de aquellos en los que se embarcó por propia iniciativa.

Si para ella el viaje sólo tiene sentido si se emprende como una peregrinación o a la conquista de una mirada poética del mundo, el acceso masivo al turismo la encontró en una doble posición, deplorando tanto las voces altisonantes de los pasajeros de un ómnibus a la costa, como al turista burgués y snob (categoría que describe con un humor digno de Landrú), que viaja para confirmar lo que le dictan sus prejuicios.

“Me interesa lo que no se ve, lo que hace la gente con su vida” afirma y encuentra más vida en las cartas de una aldeana española que en las observaciones de aquéllos. 

Con un tono de irreverencia con el que se ríe de su propia clase y una biblioteca mental refinada y exquisita que le permitía captar, escondida en los detalles, la trama cultural e histórica, se demostró capaz de escribir sobre casi cualquier tema. 

El tabú del nazismo en la Alemania dividida de posguerra; la sorpresa de comprobar que la mitad del Mediterráneo es árabe y la invisibilización de sus mujeres (“todo fantasma negro es una mujer”); la alta costura en los principales desfiles del mundo; los primeros signos de la glasnot soviética; el entierro de Borges, la ocasión para ajustar cuentas con “ese que desde siempre usted quiso sacarse de encima”; la rebeldía juvenil neoyorquina; la noche porteña o la adorada pampa argentina, “la encarnación de la patria”.    

Y sus increíbles guías, anti-turísticas, para conocer, en un sentido profundo, las ciudades de Europa, América y Argentina a las que viajó, y poder descubrir la vida que hay en ellas, sus sabores, sus poetas y toda su riqueza, como la que encontró en el noroeste argentino, donde halló el material para algunas de sus mejores obras.


Publicado en La gaceta de Tucumán, 2/4/23

Capitalismo y pulsión de muerte

        Capitalismo y pulsión de muerte reúne una serie de entrevistas y artículos en los que Byung-Chul Han recupera a los pensadores que entendieron la humanidad como una enfermedad infecciosa. Trazando una línea directa con el estado actual del sistema que nos gobierna en forma unipolar, pone en juego el concepto de Freud de pulsión de muerte como causa de las tendencias agresivas del ser humano y sostiene que el capitalismo ha demostrado ser la forma económica a través de la cual la humanidad puede dar rienda suelta a su agresividad, destruyendo hasta su propia fuente de sustento. Por eso, afirma que el capital se comporta como maná, esa sustancia misteriosa que en la antigüedad se creía que se obtenía al matar y que dotaba del poder de dominar la muerte. El capital, al negar la muerte y separarla de la vida, genera según Han una “paradójica” pulsión de muerte, que le quita vida a la vida y que acaba siendo mortal. Y basado en la premisa de que el tiempo es dinero, el capital infinito genera la ilusión de un tiempo infinito, hoy mortíferamente plagado de zombis del rendimiento, del fitness o de la salud, en un ajuste total de la vida humana a la función y, por lo tanto, de alienación, que es la manifestación biopolítica del capital.

        Famoso fue el debate que el autor protagonizó con Antonio Negri en Berliner Schaubühne, en el que confrontaron dos visiones críticas del capitalismo. Frente al entusiasmo de Negri por la resistencia global de las multitudes interconectadas contra el “imperio”, Han sostiene que ya no hay lugar para la revolución, dado que el neoliberalismo ha cambiado la represión por la seducción y ha convertido al trabajador en un empresario de sí mismo, en un empleado autoexplotado. El Estado controlador ha dejado lugar a las corporaciones dueñas de nuestros datos, y lo peor es que somos nosotros quienes colaboramos para construir este panóptico digital subiendo nuestros datos a la red, voluntariamente. Lejos de haber una multitud cooperante alzada como masa crítica y revolucionaria, entiende que lo que hay son trabajadores, empresarios de sí mismos, aislados y, por lo tanto, desactivados políticamente. Para dar cuenta de esto, encuentra en la tienda transparente de Apple la expresión arquitectónica de una forma de dominación que se presenta como libertad y comunicación ilimitadas, pero que resulta mucho más eficaz que cualquier sistema represivo. Este panóptico de la transparencia, imagen del totalitarismo digital que penetra e ilumina todo, coincide con la vigilancia y la autoexplotación total que nos insta permanentemente a comunicar, a compartir, a participar, a opinar… Se trata de una muy exitosa tecnología de poder que no reprime nuestra libertad, sino que la explota a su favor.

        Por fin, haciendo honor a su herencia oriental, plantea que la salida ya no será la revolución sino la filosofía, la vida contemplativa y el silencio. Algo que el capital odia más que a los trabajadores organizados.

Publicado en revista Otra parte, 20/4/23

Entrevista a Fernando Martín Peña

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           Fernando Martín Peña pertenece a una rara especie que afortunadamente no está en extinción: la de los coleccionistas de películas en fílmico. Pero su pasión no se agota ahí. Con Octavio Fabiano, Fabio Manes y Christian Aguirre, un día decidieron unir sus colecciones particulares -nutridas en compras, donaciones y encuentros de material abandonado en contenedores cuando el soporte digital se impuso- para fundar la Filmoteca Buenos Aires, el lugar donde se dedica amorosamente a restaurar películas para después divulgarlas en todos los ciclos que programa.

            Gracias a una audaz iniciativa comercial de la editorial Blatt&Ríos, acaba de publicar Diario de la Filmoteca, un trabajo en el que detalla un año en la vida de esta institución, dedicándole cada día a una película, ilustrada con un fotograma y un texto donde sintetiza abundante información sobre el contexto de cada película y las condiciones de su producción, con esa mezcla de erudición, saber popular y comentarios irónicos (como la fórmula para determinar el “índice de fascismo” de una película norteamericana) pero sobre todo, mucha pasión.

            Consciente de que la calidad artística es una categoría entre otras, tanto como la de “cine de autor”, todo material fílmico (desde películas caseras hasta animaciones eróticas anónimas, documentales de propaganda durante la Guerra Fría hasta joyas inhallables) entra en su colección, en el que el cine argentino, ese género en sí mismo que años de colonización ideológica han descalificado, tiene un lugar preferencial.

            A propósito de la aparición de este verdadero acontecimiento editorial, La gaceta literaria conversó con él sobre esa “alegría sin fin” -el lema que lo acompaña desde siempre- que le provoca el cine desde que recibió de regalo, siendo muy chico, un proyector. 

 

- Me gustaría empezar por la foto de la contratapa, donde estás vos, trabajando concentrado, de cara a un hermoso vitral y rodeado de una cantidad enorme de rollos de películas como en una especie de templo pagano ¿El coleccionismo es un tipo de religión donde se puede encontrar, por ejemplo, a un comisario, a un solitario rodeado de gatos o a uno de los mayores coleccionistas de películas rusas del mundo?

Me he encontrado con toda clase de personas que juntan películas, a muchos no les encuentro explicación, pero recuerdo a un fanático de los westerns de clase B, su coleccionismo era un modo de replicar lo que lo había hecho feliz en su infancia, entonces, en un altillo de su casa reconstruyó un cine que había existido en Villa Urquiza que se llamaba “el tachito”, e invitaba a los vecinos y les pasaba las películas que él había visto de chico, en los años 20. Era gente que tenía una relación indirecta con el cine porque lo que los movilizaba a ellos era una necesidad personal, no todos compartían lo que tenían. Pero el coleccionismo no es un oficio. Nos transformamos accidentalmente en coleccionistas los que, como yo, queríamos ver películas que estudiábamos en los libros de historia del cine, pero a las que jamás accedíamos porque ni en VHS existían. Después se difundió este formato, pero la calidad no nos gustaba, eran películas que no se podían proyectar, las veías en el televisor. A nosotros nos gustaba la pantalla grande y sobre todo nos gustaba pasar las películas con gente, la cosa cinecluística. Yo me formé con Salvador Sammaritano en el Cineclub Núcleo, con Octavio Fabiano con el Club del Cine, lugares que le daban un sentido a juntar películas y el sentido era compartirlas con los demás. Entonces, yo no me defino como coleccionista, soy coleccionista por necesidad, pero sí me defino como archivista, eso sí es un oficio. El coleccionismo es más amateur y está ligado a una forma de la pasión, no sé si muy sana, incluso.

- El trabajo diario de la Filmoteca parece no terminar nunca: además de clasificar los rollos, ordenarlos, restaurarlos, airearlos, poner en cuarentena los que están enfermos, una vez que se termina se vuelve a empezar y así, hasta la eternidad. ¿Vos vendrías a ser una especie de Sísifo pero feliz?

Es un loop sí, que me convierte en un Sísifo, pero muy feliz.

- Una forma de leer este libro es abrirlo en cualquier parte porque no sigue un recorrido cronológico y consultarlo como el I Ching, por ejemplo. Además de ser más grande que la vida ¿el cine es nuestro manual de comportamiento, nuestro espejo deformado, para vos qué es el cine?

Me parece que es más un espejo deformante, porque si lo vas a ver como un manual de comportamiento para tu vida, lo más seguro es que hagas macanas. Me parece que el efecto más sanador es el de sacarte de la realidad, lo que te sirve para la vida del cine es que tiene un efecto catártico, las cosas que no vas a experimentar en la vida real, podés acercarte a ellas a través del cine y muchas veces, es terapéutico, hay películas que te levantan el ánimo automáticamente. Pero para mí, fue y es un modo de descubrir el mundo, una especie de enciclopedia “Lo sé todo”. Yo el otro día estaba viendo Los amantes, cuya música es de Brahms y a partir de ahí lo empecé a escuchar más. Me sirve para meterme en otros lugares donde nunca había ido. Así conocí a Shakespeare, siempre fue un motivo de descubrimiento. Ver una película me lleva a investigar al director, la historia alrededor de la filmación, qué lugar ocupa en la obra de la gente que la hizo, me sigue generando, por suerte, mucha curiosidad, y además me divierte. Ahora existe Internet, pero hay mucha basura, yo sigo consultando mis revistas de cine, contrasto la información, como se hacía el periodismo antes. Para mí es un modo de aprendizaje de otras artes y del mundo, muy eficaz.

- ¿Cuáles son las diferencias entre el soporte fílmico y el digital?

Para el espectador, la textura de la imagen fotográfica es totalmente distinta, la luz se refleja de otra manera, entonces los colores, también. Además, las copias digitales que se han hecho del cine del pasado, no sólo tienden a no respetar la paleta de colores con la que fueron filmados, sino que se las limpia de imperfecciones como si fueran defectos. Hay imperfecciones que tienen que ver con la mecánica, hay un pequeño movimiento porque son piezas mecánicas, la película es un objeto, hay una vibración que además tiene que ver con el obturador, entonces eso, al no estar en el digital, resulta perturbador, le falta algo, yo veo una imagen muerta, mucho más brillante pero muerta. Lo que yo creo es que hay que ver las dos cosas para poder comparar. Las últimas dos o tres generaciones no han tenido la experiencia de ver cine en fílmico entonces no tienen forma de saber cómo era. Yo doy clases en la UBA, en la Universidad de La Plata y en la ENERC, por lo que estoy en contacto con gente muy joven y cuando paso películas en fílmico, entienden que es algo totalmente distinto, porque su información visual es siempre digital, pero ven esto y les encanta. Pienso que hay que mantenerlo vivo y quedarse con lo mejor de los dos mundos, que tiene que haber espacios donde poder ver las películas en su imagen fotográfica original, no tengo dudas.

- Hoy la Filmoteca tiene cerca de 7.500 películas. ¿Es una de las más nutridas del mundo?

De la Argentina, sí. Y respecto de otros países, es una colección importante.

- En cuanto al tema de la tan vapuleada Ley de Creación de la Cinemateca, que entiendo que está reglamentada, pero por algún misterio no funciona. ¿En qué consiste, qué permitiría, es una buena ley o se la puede mejorar?

Era una buena ley, han pasado 24 años, ya no sé si lo es. Era una buena ley porque fue pensada (yo formé del equipo que la redactó. Pino Solanas fue el “alma pater” de todo esto) y la idea era basarse en las experiencias de las instituciones que no habían funcionado para que la nueva tuviese todo lo que no habían tenido las anteriores. Sobre todo, tenía un presupuesto importantísimo y una serie de cuestiones como la libertad para restaurar películas aunque no se localizara al dueño de los derechos, cosa que pasa muchas veces. Entonces, se declaraba el estado de emergencia del patrimonio, de manera que si vos te encontrabas con un material en un tacho de basura pudieras levantarlo, copiarlo y preservarlo, eso se le permitía a la nueva Cinemateca. Lo importante era tener los recursos suficientes para proteger el material, para la búsqueda y repatriación del material que hay afuera. Hay un montón de cosas para hacer porque nunca se hizo nada. Es un tema del cual no quiero seguir hablando, yo decidí dedicar mi energía en hacer todo esto por mi lado, quejarme en cada ocasión que tengo, pero no quedarme enganchado en la frustración por no haber logrado que la ley funcione, lo hago yo en la escala que puedo y en ese sentido, estoy muy satisfecho.

- El día que la Cinemateca sea una realidad ¿qué función pasaría a cumplir un lugar como la Filmoteca Buenos Aires?

No tendría razón de ser. Siempre pensamos que todo el material que nosotros juntamos, sobre todo el argentino, tendría que sumarse algún día al acervo de la Cinemateca Nacional, una institución que existe en cualquier país civilizado,  que cree en la importancia de preservar su memoria audiovisual.

Publicado en La gaceta de Tucumán, 21/5/23

Mundos compartidos


Benjamin Lacombe (1982), uno de los más importantes ilustradores europeos del momento, y el escritor Sébastien Perez (1975) son dos autores franceses de libros ilustrados que han venido a la Feria del Libro de Buenos Aires, donde se encontraron con un nutrido público de fans deleitado con los dibujos que Lacombe les hace a modo de dedicatoria. Unas ilustraciones caracterizadas por una enorme carga emocional y cierto aire melancólico, que no son sólo un apoyo visual para el texto, sino que se convierten en el centro de atención.


Ambos comparten la elaboración de muchos trabajos -Genealogía de una bruja, El herbario de las hadas, Frida, El mago de Oz son algunos- publicados por la editorial Edelvives, la misma que editó Las hadas y Las brujas, títulos que forman parte de la “Enciclopedia de seres mágicos” que Lacombe dirige y que vinieron a presentar, junto con una nueva traducción del original danés de La Sirenita de Hans Christian Andersen. 


Esta versión “lacombiana” incluye un aparato crítico con dos prólogos, varias cartas inéditas del autor y un epílogo, donde se plantea una reivindicación del homoerotismo de Andersen, en contra de la invisibilización que la historia literaria oficial hizo de este dato de su biografía.

“Libros del pasaje” fue el lugar elegido para la entrevista a los autores de estas obras que proponen una mirada ampliada a otras tradiciones y que parecen estar dirigidas a los responsables de la transmisión ideológica a las nuevas generaciones.


¿Para ustedes, a quién está dirigido este género dentro del género infantil que son los libros ilustrados?


Sébastien Perez – Creo que están dirigidos a todos. Cuando uno escribe, tal vez lo que propone son distintos niveles de lectura, pero sus mensajes afectan a todas las generaciones. El libro de las hadas, lo que trata es de la relación de los seres humanos con la naturaleza, de las consecuencias climáticas que hoy estamos viviendo y que habría que poner en conocimiento de los niños, aunque muchos adultos todavía necesitan aprender sobre estos temas.


Bejamin Lacombe – Esta nueva colección se inserta en una continuidad con la colección sobre los cuentos clásicos de Víctor Hugo, Poe o Carroll que hice, porque en realidad, estos personajes pueblan todos los cuentos tradicionales. Lo que quisimos hacer con esta enciclopedia es salir de una visión etnocéntrica y tratar de ofrecer un panorama más global porque estos seres fueron creados por la humanidad para enfrentar distintos problemas. En definitiva, terminan siendo como esos espejos deformantes donde poder encontrarnos y por esa misma razón atraviesan épocas y fronteras.


¿Qué significan los cuentos de hadas, para ustedes, como adultos y como autores, hoy?


BL – Uno siempre tiene la idea de que un cuento de hadas es algo naïf pero, aunque tienen elementos sobrenaturales, son historias que conllevan una reflexión y que muchas veces fueron elaboradas de una manera dogmática como fue el caso de los hermanos Grimm, con su visión patriarcal y eclesiástica. Lo importante en estos cuentos es tratar de comprenderlos, sobre todo cuando hay un autor que dice cosas de sí mismo, de su tiempo.


En Las brujas, la protagonista, Lana, es una nena solitaria, que juega encerrada en su habitación y que, como el héroe de los relatos tradicionales, tiene una marca en la cara, que es la marca de su distinción. ¿El juego infantil sería como un acto de hechicería, un “abracadabra”, en el sentido de esa capacidad de hacer aparecer un mundo?


BL- Por supuesto, la imaginación es el terreno de los niños, es en esta imaginación sin límites donde estos seres cobran verdadera vida, pero la verdad es que forman un universo muy complejo, porque siempre detrás de las leyendas hay razones. Los Yokais, por ejemplo, esos espíritus del Japón que se pueden enojar si hay una vulneración de la naturaleza, funcionan un poco como alarmas. O estos seres que aparecieron en la Edad Media europea, tan chiquitos que no se ven, pero que tienen la capacidad de entrar en tu cuerpo y matarte, es lo que hoy llamamos microbios. Lo mismo se puede decir sobre los cuentos de Poe. Hace un tiempo, escuché en la radio que se descubrió que el maullido de los gatos tiene la misma frecuencia que el llanto de los bebés. Poe escribe “El gato negro” y en ese cuento él asimila el llanto de un gato al de un bebé, en una época en que no había ningún estudio sobre esto. La literatura trabaja con intuiciones que también responden a una gran capacidad de observación o quizás se deba a su capacidad anticipatoria.


¿Cómo fue el proceso de investigación para la escritura de Las hadas?


SP – Primero partí de un catálogo propio que tenía sobre las hadas, luego lo organicé por temas (las hadas peligrosas, las benéficas, las que alertan, las que confunde, etc.) y a partir de ahí, el propósito fue no tener una visión eurocéntrica y decidí abrirlo a otras tradiciones.


Esta edición de La sirenita, además de sus bellísimas ilustraciones casi cinematográficas y de ser traducida del danés original, con una Sirenita bastante andrógina que la aleja de la imagen de princesa de Disney, plantea una lectura en clave queer. ¿Considerás que esta sería la lectura legítima de la novela de Andersen?


BL – ¡Oh, no lo creo! En todo caso, es mi lectura, pero es una lectura que se sostiene en una cantidad de elementos que para mí fueron una sorpresa. Yo sabía que había toda una leyenda alrededor de esas cartas pero hubo que ubicarlas, traducirlas y una vez que aparecieron ya no podíamos hacernos más los tontos, a partir de ahí, la lectura se dirigió hacia ese lugar. Hay muchas otras lecturas de La Sirenita, está la versión de Disney que es hermosa, está la versión de Edmund Dulac, de principios del siglo XX, que cito en mi trabajo. La mía es una lectura sincera, es lo que yo sentí frente a esta historia y lo que sí me enorgullece es haber editado las cartas y haberle dado una voz a Andersen, que pudiera expresar lo que en su época no pudo.


- Los cuentos de hadas, con ese potencial de hacer emerger los deseos más profundos y reprimidos, para el estado actual de la lectura ¿son subversivos? Pensaba en la censura a los relatos de Roald Dahl.


BL – Hay una evolución que nos interroga. Por ejemplo, que Disney haga una Sirenita negra me parece interesante, que mi Sirenita sea fluida, indefinida, que exista una cultura que cambia y que esto se le transmita a los niños, muy bien. Lo que es un no total es a la reescritura de los autores ya muertos. Se pueden recontextualizar las obras, de hecho, puede ser un enorme aprendizaje para el público infantil, pero maquillar, sólo para que encaje en lo que queremos que suceda hoy. 

En el fondo, estos personajes son subversivos porque son anti-sistema. Las hadas, las brujas son seres libres, autónomos y estamos en un momento en que se nos quitan cada vez más libertades, hay palabras que nos están vedadas. En Rusia no se puede decir “guerra”, en China hoy no se puede decir “dictadura”, por ejemplo. Por mi parte, en los próximos contratos, decidí poner una cláusula que prohíba que se reescriban mis textos cuando yo ya no esté.



En esta nueva enciclopedia progresista de seres mágicos, las hadas son seres protectores de la ecología, las brujas, mujeres empoderadas, víctimas de la intolerancia y la Sirenita, un personaje trans. Quizás, en el camino de las buenas intenciones, sus autores pierdan un poco de vista la función que estos personajes tenían en los relatos infantiles, la de elaborar los miedos ancestrales y la relación que estos relatos tenían con los mitos, que convierte a los cuentos de hadas en un mapa de nuestro inconsciente, donde las sirenas serán el símbolo de la fascinación mortífera del deseo y las brujas y ogros, los encargados de enfrentar simbólicamente a sus pequeños lectores con las batallas que deben librar para alcanzar la madurez.

Pero nadie escapa a la época que le tocó vivir y en el primer mundo, la industria editorial, como la del entretenimiento, le impide a sus autores contar historias propias de otra cultura, negra o indígena (y hasta de traducirlas) si no son ellos mismos negros o indígenas, y esto, según Lacombe, “es la negación del proceso creativo. La literatura es la capacidad de ponerse en el lugar del otro” afirma, mientras encuentra una salida elegante frente a la pregunta de si conoce a sus pares de la Argentina.Cuando me gusta un autor, no miro su pasaporte, sólo me importa su trabajo.” 



Manuel Rud y Lulu Kirschenbaum son los responsables de la editorial Limonero y acaban de recibir el premio a los editores del año en la FILBA, el segundo que reciben en un año, ya que, uno de sus títulos, Todo lo que pasó antes de que llegaras, de Yael Frankel, obtuvo a comienzos de este mismo año el premio al mejor libro de ficción en la Feria del Libro de Bologna, que ya los había elegido en 2019 como mejor editorial infantil de América Latina. 

Muy contento por el galardón, Rud entiende que los premios sirven para visibilizar su catálogo y a su autores y, como consecuencia, colaboran también con la difusión del género infantil en general, un rubro relativamente pujante en el contexto de una industria que está a todas luces en crisis. 

Los libros-álbum, con un nivel de elaboración cada vez mayor, a pesar de que son caros, tienen mucha salida en el mercado lo que, según su opinión, se debe a que, en un momento de imperio de las pantallas, el álbum se ha transformado en un espacio de resistencia del libro-objeto: obras que convocan a una experiencia de “lectura lenta” y que parece difícil de reemplazar por una aplicación o un dispositivo. Supone que los progenitores ven en este tipo de libros una herramienta para sacar a los chicos de las pantallas, cosa que ha marcado muy fuerte la pandemia, cuando aparecieron nuevas editoriales, librerías virtuales y clubes de lectura. 

Encuentra en los últimos años una flexibilidad mayor en las escuelas para incorporar textos no instrumentales, más dirigidos al goce lector y en cuanto a quién llegan, finalmente, estos libros, reivindica una de las premisas fundantes de la editorial: hacer libros elegidos con cuidado, de gran calidad literaria y gráfica, que no resulten ni exclusivos ni excluyentes. Que así sea.


Publicado en diario Perfil, 21/5/23

 





 

martes, 16 de mayo de 2023

Cartografías imaginarias

Cartografías imaginarias





En este bellísimo trabajo (con una muy cuidada edición a tono con la calidad de los incunables) el autor, reconocido historiador del libro y la lectura, se propuso elaborar una genealogía histórica de la presencia de mapas en los relatos ficcionales europeos del Renacimiento. 

Novelas, sátiras, utopías, distopías y relatos místicos tuvieron en sus frontispicios mapas que acompañaron unos relatos que, a pesar de su carácter ficcional, se pensaron según el modelo tan exitoso entre los lectores de la época, de los diarios de viaje, lo que acentuaba en ellos la ilusión de realidad.

Desde el Quijote, cuyos itinerarios por España invitan a los lectores a convertirse en compañeros de viaje de los protagonistas; los viajes de Gulliver, con nombres de tierras imaginarias junto a lugares reales; la isla de Robinson Crusoe, con sus mapas narrativos; la sátira política inglesa Mundus Alter et Idem en la que se basó Jonathan Swift para los Viajes de Gulliver; la representación de ese no-lugar que es la Utopía de Tomás Moro; los viajes sentimentales del preciosismo francés con los caminos para alcanzar el amor y los viajes espirituales de Juan de la Cruz, con los que se debían seguir para alcanzar a Dios hasta las aventuras de Orlando furioso, las obras de este período se hicieron eco del interés provocado por los viajes de descubrimiento, que despertaron, para siempre, la conciencia de la globalidad.


Publicado en El Dipló, marzo 2023