Excesos del cuerpo. Ficciones de contagio y enfermedad en América Latina.
Compiladores: Javier Guerrero y Natalie Bouzaglo
Tomando como disparador el planteo de Susan Sontag acerca de la enfermedad como pantalla en blanco en la que se proyectan las tensiones sociales, los autores de esta antología convocaron a un grupo de escritores latinoamericanos a encontrar su propia manera de narrarla.
En “Ex” de Alan Pauls, suerte de excrecencia de su novela El pasado, la enfermedad toma la forma de la posesión, donde la actual pareja de Sofía le exige a su ex, Rímini, que vuelva con ella, como única salida a la imposibilidad de separación que los mantiene en un triángulo devastador.
En “Colonizadas” de Diamela Eltit, madre e hija comparten las infinitas dolencias de una enfermedad que las mantiene unidas hasta no poder percibir el mundo por fuera de la primera persona del plural.
La pregunta por el ser es lo que origina “Desarticulaciones” de Sylvia Molloy, en la que la narradora va registrando la pérdida de la memoria de una vieja amiga hasta que las palabras, sostén de la relación, se vacían de sentido.
Mario Bellatin reescribe, en su relato, La vida es sueño y se pregunta si, como la literatura, no será aquél el acto más perfecto del cuerpo.
En el cuento de Sergio Chejfec la ciudad caótica y provisoria percibida por una exiliada se reduplica en el hospital, máquina productora de enfermedad, que en el relato de Roberto Echavarren toma la forma del trabajo asalariado, contra el deseo liberador.
Para Rodríguez Juliá la historia social de la medicina puede ser leída a través del cuerpo de un hipocondríaco, mientras que en el relato de Lina Meruane se exponen todo el campo semántico de la palabra “ojo” y sus múltiples sentidos. En el final, la visita al dentista se convierte en una reflexión a tres voces sobre el arte, la violencia y la literatura, verdadera enfermedad de la que la escritura y la lectura no son más que sus síntomas.
Publicado en diario Perfil
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