jueves, 15 de noviembre de 2012

La máquina de narrar


Brummstein / Machine
de Peter Adolphsen















La protagonista de “Brummstein”, la primera de las dos nouvelles de este autor danés publicadas por la recién llegada editorial “Lengua de trapo”, es una piedra. Extraña, ya que emite vibraciones que provienen del instante en que se formaron los Alpes, es, entonces, un objeto primigenio el protagonista de este relato que reclama para su lectura la ayuda de diccionarios (una buena vieja costumbre) y que nos pone frente a la figura del escritor erudito que desarrolla complejas hipótesis científicas, no ya como soporte de un relato de ciencia ficción como en Julio Verne (literatura con la que dialoga), sino como materia prima de su escritura.
Desde el descubrimiento de las grutas de estalactitas bajo los Alpes (lugar donde fue internado Nietzsche, el filósofo que proclamó la inutilidad del hombre), hasta el proyecto desmesurado de un ingeniero de llevar luz eléctrica a las grutas y el descenso de un seguidor de la teoría de la existencia de una raza intraterrestre que descubre la piedra cuyo zumbido lo ensordece y de la que guarda una esquirla, conviven con detalladas explicaciones acerca del origen de estas formaciones, la teoría de la deriva continental y la tectónica de placas con sus respectivas citas al pie, conformando un relato científico-filosófico que pone en el presente la clave del pasado y sitúa a la historia humana en el cruce de causas y azares.
La muerte accidental del descubridor de la extraña piedra convierte a su sobrino en su heredero junto con una nota que señala su origen, para pasar a manos de su novia que la olvida en un tren mientras escapa de los nazis, por lo que recae en la oficina de objetos perdidos de los ferrocarriles alemanes donde un memorioso funcionario que pasa sus días clasificando recuerdos, la encuentra. Un pequeño sobreviviente que se le une promete resolver el misterio de la piedra cuando la guerra acabe, que llegará a occidente de la mano de un emigrado del este convertido en galerista junto a su esposa, una pragmática artista que exhibe la caja sellada con la piedra y sus sucesivas notas junto con un contrato con instrucciones para su manipulación, en una exposición de arte moderno. Los límites entre arte y negocio, el secreto, la curiosidad y la propiedad son los temas que organizan la muestra. En el final, hacia el año 1989 (cuando alguien pronosticaba el fin de la historia), la misteriosa caja llega al Museo de Düsselorf, donde una solitaria historiadora del arte decide reconstruir el itinerario hecho por su descubridor y develar el “Misterio Centroeuropeo” como fue llamada la obra, cuando el frío que tomó al bajar a la gruta le provocó un estornudo, causándole el choque en el que perdió la vida. Una década más tarde, su sucesor en el museo, leyendo la historia que cada uno de sus ocasionales propietarios dejó escrita, reconstruyó para nosotros, sus lectores, la historia de la piedra.
La segunda nouvelle, “Machine”, tiene como protagonista a una gota de nafta desde su origen: el corazón de un caballo en el Eoceno inferior transformado en petróleo, hasta su combustión inhalada por una mujer y transmutada en una célula cancerosa. La vida como una larga cadena de metamorfosis originada por la casualidad primigenia, el Big Bang, puede convertirse en material para una ficción que pone una lente de aumento sobre lo real y describe el proceso de evolución de lo infinitamente pequeño convirtiéndolo en protagonista de la historia.
La descripción pormenorizada de la teoría de la evolución (procedimiento al que ya nos hemos acostumbrado después de la primera nouvelle) o de la descomposición del caballo a manos de los microorganismos hasta transformarlo en el hidrocarburo que llenará el tanque de nafta de una joven, coincide con el accidente que le costó el antebrazo a un operario emigrado de Azerbaiyán en una refinería de Utah.
El encuentro de ambos jóvenes lleva los hilos de la trama a un punto de convergencia tan accidental como el itinerario sin rumbo que siguen en el auto, que en el plano formal se expresa en un texto que hace de la deriva y la digresión su razón de ser y que pareciera preguntarse hasta dónde se puede contar, cuál es el límite y si existe un texto total.
El narrador y a la vez testigo –figura paradigmática de lo real- del momento en que la joven inhala el humo que salió del caño de escape concluye sobre la imposibilidad de un libro de contener lo que una mente es capaz de pensar en sólo cuarenta y cinco minutos. Quizás el resultado sea una forma de literatura que rechaza las convenciones literarias como la verosimilitud y que apuesta por una narración desaforadamente lúcida. En todo caso, una propuesta editorial que es una gran noticia para la cofradía de lectores.

Publicado en diario Perfil

No hay comentarios:

Publicar un comentario