miércoles, 28 de noviembre de 2012

En un cielo de diamantes


Sueño profundo
de Banana Yoshimoto



Tres son los relatos que nos ofrece esta escritora japonesa casi desconocida para nosotros en los que sus protagonistas habitan un espacio liminar, aquel que separa la vida de la muerte -un espacio donde el tiempo está suspendido, en el que sólo pueden habitar los muertos-vivos-, para construir el gran relato de la soledad, de la imposibilidad de comunicación, de la distancia insalvable entre los humanos. Por ese motivo será la mirada de los personajes y no su discurso la que construya las escenas y la que delinee unas figuras que cobrarán vida, como un objeto pictórico, a partir de los efectos de la luz.
Terako, la narradora de “Sueño profundo” vive sumida en la inmovilidad que la convierte en una “bella durmiente” y sólo despierta con el sonido del teléfono cuando su distante novio es quien llama. El suicidio de su mejor amiga que amenaza con atraparla la confina a un mundo de silencio y de inactividad. Y es este mundo improductivo, poblado de heroínas lésbicas de cuentos maravillosos el que genera la escritura. Porque no son pocas las alusiones a la literatura maravillosa y a los relatos tradicionales a los que este texto apela para delinear con la sutileza y el refinamiento de los grabados japoneses, personajes femeninos como los que habitan en el relato “La noche y los viajeros de la noche”. En éste, las melancólicas mujeres que recuerdan al hermano muerto de la protagonista, deambulan por un paisaje invernal, como espectros de una historia de fantasmas.
Fumi-chan, la protagonista del último relato, “Una experiencia”, entregada cada noche a la bebida, escucha antes de dormir una melodía que, como la música del flaustista de Hamelin, amenaza con llevársela. El encuentro con un personaje que la pone en contacto con un ser del otro mundo le va a permitir reconciliarse con un pasado en el que el desamor fue la base del triángulo amoroso del que formó parte.
Si hay un tópico que recorre los tres relatos es el de la pasividad, la ensoñación, ligado al mundo de la noche y de la oscuridad frente a la realidad del trabajo, del intercambio, de la producción. Estos textos se ubican claramente en el primero, donde “me parecía que la noche y todo lo demás brillaban en la palma de mi mano con todo su valor”, quizás estas pequeñas joyas sean la marca del estilo de su autora.

Publicada en diario Perfil 25/02/2007

No hay comentarios:

Publicar un comentario