jueves, 15 de noviembre de 2012

El teatro y el absurdo


Freshwater. Una comedia y textos breves sobre teatro.
de Virginia Woolf



Una vez más, la editorial “El cuenco de Plata” nos ofrece un trabajo riguroso de edición crítica, en el que reúne textos de diferentes géneros de la misma autora conformando una unidad: la obra teatral que da nombre al libro, seguida de un texto biográfico sobre Julia Margaret Cameron, su protagonista, de un ritmo alocado como su desbordado carácter que remeda el estilo humorístico de la obra, en la que se parodian todos los supuestos del arte pre-vanguardista.
Los personajes, tan reales como la misma reina Victoria que aparece en el final, pertenecen al universo de Julia -tía abuela de la autora y pionera del arte de la fotografía- habitan esta obra poblada por seres estrafalarios como la misma Julia, su bohemio y filósofo marido, el pintor simbolista George F. Watts, el poeta Alfred Tennyson, la joven actriz Ellen Terry, esposa del no tan joven pintor, la criada de los Cameron y el atlético teniente de la Marina y amante de Ellen. Pieza donde la mirada humorística sobre los personajes anuncia al teatro del absurdo y la lógica descentrada de Lewis Carroll, quien reaparecerá en la sección que incluye fotografías tomadas por Julia a los personajes que aparecen en la obra y una del mismo Carroll a Julia y sus hijos.
La edición combina la dos versiones de esta obra, la primera, de 1923 y la segunda, de 1935 y las variaciones que la adaptadora teatral le hizo, de manera que se puede acceder al texto dramático y a la vez, reconstruir la puesta en escena, cuestión que la autora retoma en uno de los ensayos posteriores: las tensiones entre la lectura de un texto dramático y la asistencia a la representación teatral. Le siguen un ensayo sobre la actriz Ellen Terry y otro sobre el teatro isabelino, en el que define su estética que pondrá en boca del personaje de Julia quien aconseja: “cuando quieras sacar una fotografía, procura ajustar la lente fuera de foco”.
En el ensayo sobre teatro griego, encuentra en el clima la causa de la diferencia entre la antigua literatura inglesa y la griega, hecha para un contexto de recepción oral y exterior, que la obligaba a ser breve e intensa, opuesta a la introspección de la gente habituada a vivir puertas adentro. Y si este arte sigue convocándonos, dirá, es porque en él encontramos al ser humano originario y fundacional, con caracteres puros y estables, lo que nos hace recurrir a él cuando nuestra propia época nos abruma.

Publicado en diario Perfil

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