miércoles, 14 de noviembre de 2012

De espaldas al presente


Las 40 / Exhortaciones
de Ezequiel Martínez Estrada
 
Leemos en la solapa de este libro (una suerte de rescate arqueológico de dos de los ensayos más enfurecidos de Martínez Estrada) que alguien dijo que un texto cambia porque el mundo cambia mientras sus palabras no cambian. Una descripción más que apropiada de la escritura de un pensador para quien la objetividad en el análisis de la realidad es un imposible, y que lo liga con una larga serie de imprecadores nacionales como Alberdi, Sarmiento o Rodolfo Walsh.
Estos textos hablan de una situación de enunciación crítica, la caída del gobierno peronista por la autoproclamada revolución libertadora que había terminado con una extraña dolencia en la piel que se le resquebrajaba y ennegrecía (quizás la más visceral de las respuestas que un intelectual le haya dado a la época que le tocó vivir) y que lo llevó a abandonar la escritura por mucho tiempo. Pero los años de proscripción del peronismo no hicieron más que confirmar su angustia ante la degradación que el país sufría en todos los órdenes.
Pero estos textos hablan también de una vocación de soledad y de riesgo que lo destinan al lugar del kamikaze, del intelectual excéntrico, aquél cuyas denuncias carecen de interlocutores y resuenan en el desierto de su propio presente.
El primero de ellos, Las 40, promete desde el título no quedarse con nada guardado. El segundo, Exhortaciones, dirige sus diatribas a los máximos responsables de los destinos y desatinos del país: jueces, políticos, ganaderos, militares, curas, pedagogos e intelectuales. Ambos funcionan como antídoto a las ilusiones de progreso. Ambos actualizan un debate en términos de moral que la coyuntura actual (un escenario post 2001 donde parecen –y sólo eso- haberse aplacado los gritos de reclamo por un cambio radical en las formas de hacer política) exige cada vez más.
“Creo y espero que para dentro de cincuenta años se verá con claridad lo que ahora parece oscuro y confuso” escribe en 1957. Sus críticas al peronismo por someter a los trabajadores a través de los beneficios que les proveía y a la mentalidad agropecuaria de nuestra clase dirigente, iluminan nuestro presente (con un escenario político dominado por el peronismo) como pocos textos contemporáneos son capaces de lograr. Una perlita: el “Decálogo para los trabajadores” que aparece casi al final del libro.

Publicado en diario Perfil, 27/01/2008

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