lunes, 23 de abril de 2018

La nueva narrativa argentina

Antologías de narradores argentinos
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Una respetada crítica literaria, María Teresa Gramuglio, decía que los escritores escriben libros y que la literatura la hacen los críticos, entendiéndola como un campo de tensiones donde se realizan operaciones de lectura para imponer estéticas, desplazar a la generación anterior, generar rupturas o construir cánones.
Y una de las operaciones intelectuales es la elaboración de una antología. En nuestro país, prolífico en cuanto a producción literaria de alta calidad, se multiplicaron a partir de los comienzos del nuevo milenio, desde las organizadas por temática, por género o por distinto tipo de afinidades electivas, como la publicada por la editorial de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, El nuevo cuento argentino.
Su antóloga, Elsa Drucaroff, señala un hito, la posdictadura, para marcar la irrupción de lo que llama la “nueva narrativa argentina” (NNA). Ubica sus comienzos en los 90, con la colección “Biblioteca del Sur” que dirigió Juan Forn y describe sus rasgos formales como “el predominio de una entonación mucho más socarrona que seria. La caída de los grandes relatos, que se expresa en la caída de la sintaxis, ha generado relatos sin grandes acontecimientos climáticos. Otro cambio importante, es que la literatura anterior estaba muy alimentada por las vanguardias europeas y la NNA corre la centralidad de esta estética hacia una escuela norteamericana de relato mucho más lineal, con un trabajo referencial del lenguaje muy cuidado.”
Encuentra en estas nuevas narrativas una figura recurrente, la del fantasma. “Lo que yo vi en las primeras generaciones de posdictadura es que se armaba una trama que yo llamo “dos pero uno muerto”: dos hermanos pero faltaba uno, dos mellizas, dos amigos, en los que uno muere o del que no se sabe nada, que a mí me remitía a una presencia fantasmal que acompañaba a los narradores, muy presionante, por ser un hermano genial, o a veces directamente aparecía el amigo desaparecido, con esa aura épica, inimitable. Y yo leí eso en relación con la culpa de una generación que se crió con el fantasma de los desaparecidos deambulando entre ellos.”
En cuanto a los criterios de selección que puso en juego, sostiene que la calidad fue un piso. “Pero no es el único criterio, porque una antología publicada por la editorial de la Facultad de Filosofía y Letras tiene que poder dar un panorama representativo. Y podría haber tenido 40 autores más y con ellos hubiera podido poner lo que considero la mejor cuentística de este momento.”
Alejandra Laurencich es la directora editorial de la revista La balandra en la que se publican textos de escritores desconocidos. Encontrar rasgos formales propios de estas nuevas escrituras le resulta bastante difícil. “Yo no doy abasto para leer la cantidad de títulos. Se publica antes de escribir, se publica a demanda, se publicita por Facebook. Hoy los que tienen éxito son cooptados por la prensa y enseguida se arma un boom mediático.”
Sus criterios de selección, sostiene, son muy estrictos: “Pedimos que sean entre tres y cinco cuentos para que se vea si es un autor con cierto lenguaje propio. El criterio es la calidad, las recomendaciones no nos interesan. A veces salimos a buscar autores cuando lo que llega no nos convence.” Y señala la importancia de algunas antologías: “Una terraza propia marcó una generación de escritoras que iban a venir.” Algo similar se proponen en La balandra. “La idea es abarcar lo que está sucediendo en la literatura aunque es inabarcable.” Considera que a partir del 2005 hubo una suerte de primavera cultural. “Hoy las pequeñas editoriales van a las ferias internacionales y publican a muchos argentinos, lo que da muestra de la potencia literaria argentina, a contramano de muchos deterioros.”
Germen, la única antología publicada en los últimos años en la que los textos son elegidos por escritores reconocidos, aparece como una suerte de posta entre generaciones. Su responsable, el editor de Alto pogo, Hernán Brignardello, lo describe de este modo: “Fundamentalmente busqué un corte generacional. La mayoría de los autores que recomendaron cuentos para la antología superan los 50 años. Me interesaba que fueran escritores con una trayectoria importante y por suerte se comprometieron muchísimo con el proyecto, principalmente con la idea de “apadrinar” a autores que todavía no son tan conocidos por el gran público.”
Encuentra en estos nuevos autores una cierta propensión al realismo, “a narrar historias eminentemente urbanas que hacen hincapié en lo cotidiano, donde los héroes son personas “comunes”. Pero también hay cuentos donde aparece de manera hasta un poco inesperada lo fantástico, otros donde se cuela violentamente lo político. Muchos textos apelan a un lenguaje bastante coloquial y directo, tal vez esto es parte de un espíritu de época.”

Cree que hoy, en Argentina, se escribe mucho y desde perspectivas muy diversas, cuestión en la que coinciden todos los entrevistados, quienes destacan la nobleza de nuestra tradición literaria.

Publicado en diario Perfil, 22/4/2018

Es sólo literatura

Literatura y otros cuentos

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Reeditado esta vez con una addenda, el cuento “Psicodelia”, este conjunto de relatos resulta una buena ocasión para recorrer la escritura de este autor de cine y literatura, cuya lectura, cercana a la experiencia del usuario de internet, invita a deslizarse por su superficie y recorrer unas historias planas narradas en un puro presente con frases cortas y transparentes y habitadas por personajes sin peso, que pierden sus contornos y cuyos actos carecen de proyección hacia el futuro.
Todo un estilo consolidado en una posición estética que, frente a una tradición de personajes intelectuales como los de Cortázar o Saer, construye personajes antiintelectuales que bailan en discotecas como poseídos, abandonan una película -francesa- en la mitad, llenan de televisores su pequeño departamento y se dejan llevar por acontecimientos a los que la indiferencia les quita importancia y termina igualándolos.
Es que las personas no son tan particulares, sostiene uno de sus protagonistas. Y la experiencia de ver en una película a un actor secundario con las mismas dudas que él, viene angustiosamente a confirmarlo.

“Literatura”, el cuento que da nombre al libro, es a la vez el del primer libro publicado por su protagonista. Relato de iniciación literaria (con la consabida edición a cargo del autor), pone en escena el centro de su poética, en boca de su primera lectora, quien, de estos personajes se pregunta “por qué me tienen que interesar a mí si a ellos mismos no les importa nada de sí mismos.” Una poética cuyo logro es haber recortado, entre tanta indiferenciación, la figura de un escritor, la de un padre irreconocible y la de un hijo reconocido muchos años después detrás de sus mismos rulos.

Publicado en diario Perfil, 4/3/2018

Cien años no es nada

1917

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Queridos promotores de la lectura

Querido libro

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Dedicado a sus maestras de primaria y definitivamente inmerso en el universo escolar, Querido libro es el tercer título de una serie de libros de esta autora cuyo tema es el mundo de la iniciación a la lectura. Construido como una novela epistolar (sólo que a la epístola hoy la llamamos con un anglicismo, mail), las peripecias que viven los personajes enlazan distintas experiencias de lectura dentro y fuera del libro, ya que incluye, como separata, el libro escrito por el personaje de la escritora, una nueva aventura de la pequeña Lola Lin.
La protagonista, una lectora compulsiva y fanática de Lola Lin y de su autora, es nombrada “biblotecaria a cargo” de su grado junto a su mejor enemiga, con la que organiza un club de lectura en el patio de la escuela.
A través del intercambio de mails entre los chicos y su “autora favorita”, se van sucediendo las reflexiones y consejos de la escritora sobre la cocina de la creación literaria y los relatos de la protagonista sobre los imaginativos modos de abordar la literatura que la bibliotecaria del colegio les revela, que convierten la novela en un verdadero taller de lectura y escritura. Borges, Girondo, Alfonsina Storni, Julio Verne, Louise M. Alcott, los cuentos infantiles tradicionales (y hasta la propia Cecilia Pisos) aparecen en sus páginas, citados y largamente homenajeados, junto a una estructura que respeta las nuevas experiencias de lectura multimedial en la que están inmersos los lectores actuales desde cada vez más temprano.

Una apuesta militante por la lectura y el objeto “libro” que no olvida las demandas del mercado educativo-editorial y un excelente material didáctico que bien podría ser utilizado por aquellos (pocos) maestros capaces de despertar en sus afortunados alumnos la afición por la lectura.

Publicado en diario Perfil, 25/3/2018

Estados alterados

Una casa junto al Tragadero

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Una ruinosa casa abandonada junto a un río que recibió su nombre después de haberse engullido a animales y cristianos; una naturaleza salvaje e impenetrable, la del monte chaqueño; paisanos embrutecidos y ensimismados hasta la enajenación y un narrador poco confiable son los materiales con los que el escritor chaqueño, Mariano Quirós, el ganador del último premio Tusquets, construyó esta historia con un tono propio que la aleja de la literatura regionalista y con la perfección de los grandes relatos del fantástico argentino.
Su protagonista, bautizado por uno de los lugareños como el Mudo, ha abandonado el habla por propia decisión junto a su vida en la ciudad y se ha desprendido de sus pocas pertenencias, con un único objetivo: “imaginar una tranquilidad.” Nada más alejado de la realidad con la que se encuentra y a la que contribuye a enturbiar con su particular forma de inacción.
Llevando al extremo la proverbial parquedad de los habitantes del campo, reduce la comunicación a la escritura de pequeños textos manuscritos incorporados a la novela y a los dibujos que delinea, como un modo de comprender su entorno. Con una mirada obsesiva y una percepción olfativa cercana a la animalidad registra cuerpos y descifra gestos de quienes lo rodean, cuyo lenguaje articulado no alcanza a interpretar del todo.
Mientras el protagonista renuncia al habla, el trabajo de la narración con el lenguaje es uno de sus puntos fuertes. Con un estilo propio, construye una sintaxis cercana a la oralidad a la que le suma un léxico anacrónico con palabras como “bochinche”, “atorrante”, “a la bartola”, “tarambana”, “metejón”, “pavote”, “descocada”, “sopetón” y hasta un “chantapúfete” que instala el texto en los años 70, en un juego de espejos con la temporalidad ambigua de la novela.
En su diálogo con la tradición literaria -cierta zona de la gauchesca, el fantástico en su vertiente ligada al terror que Horacio Quiroga exploró en sus relatos de la selva y ciertas especulaciones fantásticas de Bioy Casares- conjuga la figura del fantasma o del aparecido presente en todas ellas con la percepción distorsionada del protagonista, producto de altas dosis de alcohol, insolación y estados de somnolencia, un tipo de percepción velada que favorece el pasaje, como del sueño a la vigilia, del realismo al fantástico.
Y si para el género gótico la historia gira alrededor de una casa que se constituye en protagonista y de un espacio que deviene claustrofóbico -y el laberinto es una de sus principales figuras- la circularidad del espacio donde se emplaza esta “casa maldita” y la elasticidad del tiempo del relato, junto a truculentas leyendas autóctonas que un campesino cuentero hace circular, transforman a la novela en uno de sus mejores exponentes.
La pérdida de límites, otro de los inquietantes modos en que se expresa la figura del laberinto, convierte al monte en el espacio de la pura confusión: animales salvajes devenidos cariñosas mascotas; gritos animales indiferenciados de voces humanas; rituales amorosos de una pareja de monos que no se distingue de los de una pareja de humanos; hombres perdidos en el monte transformados en salvajes, idiotas o enajenados y un protagonista convertido en “una cosa cualquiera” o en “una criatura del monte”, deambulan junto a personajes a mitad de camino entre la vida y la muerte.
Con un manejo dosificado de las anticipaciones, duplicaciones y paralelismos la trama va creciendo en tensión y violencia de la mano de unos personajes amenazadores e impredecibles y la lectura de sus peripecias resulta una experiencia perturbadora, uno de los muchos motivos que esgrimió el jurado para elegirla como novela ganadora.

Publicado en diario Perfil, 21/1/2018