La exforma
Un fantasma recorre la teoría del
arte en este siglo que comienza: lo insignificante, residual, lo
negado, reprimido y accidental y que este autor define con el nombre
de “exformas”. Son los restos que, según el modelo de la
termodinámica, la Revolución Industrial produjo cuando los vínculos
entre arte y política se vieron moldeados por esta fuerza centrífuga
que creó una zona de exclusión social y de rechazo a ciertos signos
e imágenes, donde habitan los explotados, la cultura popular, lo
inmundo y lo inmoral. Esa frontera donde se desarrollan las
negociaciones entre lo excluido y lo permitido, entre el producto y
el residuo, es la zona de lo exformal.
Con el propósito de interrogarse
acerca de los modos actuales en que esta negociación se produce,
recupera la figura de Althusser -borrada de la escena filosófica a
pesar de haber sido el maestro de todas las “luminarias”
actuales- a la luz de la reciente crisis financiera del 2008, por sus
formulaciones sobre la ideología que le permiten abordar con una
nueva (o vieja) mirada el vínculo entre política y arte y poner en
cuestión a todas las corrientes que desde el post-estructuralismo,
según Bourriaud, enmascararon, con su rechazo a las concepciones
omnicomprensivas de la realidad, el triunfo del pensamiento unipolar,
con el derrumbe de la U.R.S.S., a fines de los 80.
Siguiendo la
huella que trazó Althusser en cuanto a la presencia material de la
ideología en los aparatos ideológicos del Estado, encuentra en las
formulaciones de los estudios culturales y poscoloniales la misma
concepción de la ideología como práctica y no como sistema de
ideas, por lo que sostiene que la tarea política del arte
contemporáneo no deberá reducirse a denunciar tal o cual hecho
político, sino a intervenir en el mundo, ampliando el potencial
creativo del ser humano en todas sus formas. Aquello que Marx
denominó poiesis y que Bourriaud invita, tomando la idea
benjaminiana de “salvamento histórico”, a recuperar para la
praxis artística.
Publicado en diario Perfil, 25/10/15