lunes, 19 de octubre de 2015

La novela familiar del neurótico

La habitación del Presidente

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“¿Es posible que el secreto esté expuesto ante nosotros, que ya sepamos qué es?” se lee en el epígrafe que abre la novela y cualquiera que haya pasado por el diván de un analista lo puede confirmar. Y si hay un producto de la creación humana donde anidan los secretos es la casa, la protagonista de esta historia de fantasmas, para seguir con la metáfora psicoanalítica.
Una casa que su morador -el hijo del medio, ese lugar desdibujado dentro de la estructura familiar- describe recorriendo, palpando y acechando, desde sus cimientos hasta el altillo y que, como todas las casas del barrio, carece de sótano porque están prohibidos, pero incluye una habitación reservada para la visita del Presidente.
Y fue la fenomenología, siguiendo a Jung, la que desarrolló el concepto de “topoanálisis”, en la idea de que no somos otra cosa que funciones del habitar la casa de la infancia, aquella en la que el espacio conserva tiempo comprimido y el lugar donde el inconsciente reside.
Siguiendo el plano del ensueño y no de la lógica, nos dirá Bachelard, el sótano es irracionalidad, y a partir de Poe, locura enterrada. (No en vano, en la ciudad de esta historia, los sótanos están prohibidos). El altillo, el espacio de la soledad constitutiva, es el lugar donde el protagonista se recluye para pensar y mirar la ciudad a lo lejos tanto como sobre el gran árbol de la calle, el sitio donde la infancia construye sus guaridas. La escalera, los rincones o la enigmática habitación del Presidente serán otras tantas zonas habitadas (origen de la palabra “hábito”, según Bachelard, “ese enlace apasionado de nuestro cuerpo que no olvida la casa inolvidable”) así como las paredes medianeras le recordarán la piel tensa y caliente durante las fiebres. Y la luz de la entrada que permanece encendida por las noches -el ojo de la casa, según Bachelard, ya que por esa luz la casa ve, vigila y muestra su humanidad- el escenario en el que, lo que debía permanecer oculto, finalmente se muestra.

Publicado en diario Perfil, 18/10/15


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