Enemigos de la lluvia
Diversas son las formas de la
extranjería, tantas como las maneras de transitar por una lengua que
no es la propia: de esto tratan los cuentos reunidos en Enemigos
de la lluvia, escritos bajo el signo del extrañamiento que el
viaje como matriz de la escritura genera tanto sobre una lengua otra
como sobre la propia.
Y es en la experiencia distanciada de
la autora con la lengua inglesa y con las formas del habla
provinciana del castellano, donde se inscriben estas historias, en
dos zonas extremas: la eterna lluviosa y cosmopolita ciudad de
Londres y la agobiante, árida y pueblerina sierra cordobesa.
En el primer
cuento, dos escritores argentinos recorren la capital inglesa en
busca de libros de culto, y con Malvinas como telón de fondo,
registran en los sonidos de un habla mestiza, las marcas de las
tensiones sociales, las mismas que se expresan en la mirada asustada
de una mujercita de provincia que ha migrado a Londres a trabajar de
mucama y que intenta explicar a un familiar de su pueblo las
diferencias entre ambos mundos.
Y en esa doble
pertenencia o quizás, en la no pertenencia a ninguno de los dos
espacios, en esta inestabilidad, es donde los textos alcanzan sus
mejores momentos, cuando la mirada trabajada por el oficio literario
se detiene en los escenarios serranos, en sus voces y sus relatos,
para intentar atrapar “otro mundo tan cerca, como si se pudiera
apresar con la misma mano con la que uno levanta un candelabro de
plata”, que en su especificidad lingüística y material se resiste
a ser traducido, el centro alrededor del cual gira la reflexión en
este conjunto de relatos, que trabajan el lenguaje con la misma
consagración que el escultor su materia.
Publicado en diario Perfil, 17/5/2015