domingo, 20 de enero de 2019

Algo para contar


El escándalo del siglo

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            Que García Márquez fue, antes que todo, un extraordinario cronista, no es ninguna primicia. Una selección de sus textos periodísticos publicados entre 1950 y 1984 nos da una idea de lo que buscaba en las historias que elegía narrar: convertir una historia mínima, marginal o pueblerina en un suceso, poniendo la lupa en el detalle hasta transformarlo en una noticia, es decir, en una historia que le importa a muchos.    Los medios en lo que publicó sus crónicas -desde El Heraldo de Barranquilla, El Espectador de Bogotá, del que fue corresponsal en Europa, las revistas Momento de Caracas y Alternativa de Colombia, su proyecto personal, hasta El País de Madrid- exhiben, además de un recorrido profesional, las marcas de una radicalización política que lo llevó a involucrarse en los procesos de emancipación latinoamericanos.
            Pero es la función poética la que prevalece por sobre cualquier forma de abordar la actualidad, como se puede leer en la crónica, enviada por entregas, del asesinato de una joven italiana, transformada en un vibrante folletín de final incierto; en el relato cinematográfico de la toma del palacio legislativo por un comando del FSLN en Nicaragua; en la figura de Nicolás Guillén leyendo a gritos las noticias de su continente, en las madrugadas del “exilio dorado” de los artistas latinoamericanos en París, durante los años 50; en las estampas de su pueblo natal, Aracataca, “manantial de poesía cuyo nombre de redoblante he oído resonar en medio mundo”, en las que se dejan entrever algunos paisajes de Macondo; en la melancólica y lúcida certeza de que el asesinato de John Lennon terminaba con una época histórica o en la refutación de la denominación de “realismo mágico” a una literatura, para él, menos sorprendente que la prodigiosa y barroca realidad caribeña.
Sus textos periodísticos revelan una mirada capaz de registrar la dimensión mágica (o poética) del mundo, como cuando compra unas tortugas articuladas y descubre que “son de plástico, pero están vivas.”

Publicado en diario Perfil el 20/1/2019  

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