Cuando su padre le manda
un correo con una nota escrita por su bisabuelo Mijl Hacohen Sinay sobre unos
crímenes ocurridos a fines del siglo XIX en la colonia agrícola judía de Moisés
Ville, en el centro de la provincia de Santa Fe -una de las tantas fundadas por
el barón Hirsch- ya no puede volver atrás.
Así descubrió que su
bisabuelo, con apenas veinte años, había sido el fundador del primer periódico escrito
en ídish de la Argentina, Der Viderkol (El Eco), desde el cual se dedicó
a fustigar a la burocracia que comandaba la inmigración de judíos rusos, y
donde su bisnieto, supone, encontrará la información sobre estos más de veinte crímenes
que habían quedado impunes.
La búsqueda de los tres
números publicados de ese periódico lo llevó a una travesía por la historia
personal y colectiva de la inmigración judía en Argentina que, lejos del
bucolismo de muchos relatos sostenido en el “crisol de razas”, exhibía la durísima
realidad con la que los colonos se encontraron y la violencia que implicó el
proceso de integración.
Pero además del silencio acerca de estos
crímenes, tuvo que sortear la barrera lingüística del ídish, la lengua que el pueblo judío llevó consigo a lo largo de
siglos de peregrinación por Europa, para descubrir los motivos políticos que la
llevaron a su casi desaparición, en las largas conversaciones con la directora
de la biblioteca de la AMIA, mientras escucha el relato de cómo fue el amoroso trabajo
de recuperación de los libros destruidos en el atentado del año 94.
Una oración fúnebre leída en el
cementerio de Moisés Ville, “sea su alma ligada en el vínculo de la vida” quizás
nos hable del anhelo de transmisión de un pueblo asediado por la historia y las
treinta páginas de bibliografía consultada para esta investigación le hacen
honor a este mandato.
Publicado en revista Migrante, julio de 2025
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