Además de
una simpática reina sudamericana y de amplias libertades individuales, los
Países Bajos se caracterizan por tener una literatura infantil de gran calidad,
con narradores e ilustradores de primera línea, dos de los cuales ganaron el
Premio Hans Christian Andersen: Anna María Schmidt, en 1988 (una suerte de
María Elena Walsh holandesa) y el ilustrador Max Velthuijs, quien lo recibió en
el 2004 por sus libros, pequeñas joyas de imagen y texto en los que se propuso
dar apoyo y confianza a los niños cuando salen a explorar el mundo que los
rodea.
Dentro de
la larga lista están Leo Lionni, Thies van Hout, Paul Biegel, Vivian den
Hollander, Hanna Kraan, Ronald Tolman y su hija Marije quienes, junto a Wouter
van Reek (el autor del famoso pájaro Pinzón salido de la TV pública y su perro
Tungsteno, cuyos experimentos no siempre obtienen los resultados buscados)
vienen construyendo una rica tradición literaria que las nuevas tecnologías han
sabido aprovechar.
Y en este
mes en el que se celebra el día de las infancias, acaban de publicarse dos
títulos provenientes de ese país: El capitán Nudo y su estúpida sombra,
escrito e ilustrado por Víctor Engbers, de la editorial Limonero y La huerta
del señor Hurón y don Conejo, de Elle van Lieshout y Erik van Os con
ilustraciones de Marije Tolman, por el sello Pípala de Adriana Hidalgo.
En cuanto
al capitán Nudo, él se autopercibe superhéroe. No le tiene miedo a nada, lo que
más ama en la vida es el peligro y es por eso que provoca a todo el mundo,
incluidos los lectores. Con una estética pop y vestido con un traje de
calzoncillos y medias, emprende peligrosísimas aventuras junto a su perro
Django para encontrar a su “estúpida sombra”, que lo abandonó el día de su
cumpleaños.
Parodiando
al tradicional “Juan sin miedo”, lejos de aprender la lección que aquellos
relatos le tenían reservada a sus pequeños lectores, su intrépido protagonista
disfruta de un cumpleaños sorpresa junto a los personajes más temibles.
El segundo
título es una historia narrada en verso rimado (que la traducción respeta, para
delicia de los lectores) acerca de dos personajes bien diferentes: el señor
Hurón, alegre y vital, que decide plantar una huerta y espera, ilusionado y
hambriento, el resultado, mientras que don Conejo, generoso en ideas para que
las ejecuten los demás, no puede esperar a que llegue la cosecha y por la noche
se dedica a desarmar el trabajo que el señor Hurón hizo durante el día.
Las
ilustraciones de Marije Tolman, en tono pastel, (quien dedica este libro a su
padre, Ronald, con el que trabaja desde siempre produciendo bellísimos
trabajos) expresan toda la ternura del mundo naif y campesino con el que esta
historia dialoga, en el que resuena la fábula de “La cigarra y la hormiga”, a
la que estos autores logran darle una vuelta, quitándole el sesgo moral.
Ambos
libros, de una factura exquisita, fueron pensados para una amplia franja de
edad, como corresponde a cualquier libro de bien. Enhorabuena.
Publicado en La gaceta literaria, 20/8/2023
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