Cómo
la puntuación cambió la historia nos cuenta, en forma muy
amena, la historia de estos signos que sólo pudieron aparecer en momentos de
alto desarrollo intelectual como el siglo III a C. con la fundación de la
Biblioteca de Alejandría, el siglo VIII, con el Renacimiento Carolingio y el siglo
XV con el Renacimiento italiano.
Conjugando
filología, gramática y análisis del discurso, su autor describe los cambios en
esa tecnología que apareció por primera vez en el año 3.500 a.C. en la
Mesopotamia, en China y en Egipto, la escritura, como consecuencia de la
necesidad de registrar los movimientos del incipiente comercio, hasta lo que
hoy conocemos como textismo, el lenguaje escritohablado por millones de
usuarios en las redes sociales que, en algún punto, reproducen la oralidad en
la escritura, tal como la pensaban en la Antigüedad clásica y que en el chat
reproduce formas prealfabéticas, como los ideogramas de la escritura
semítica.
Pero
en algún momento, relata, se impuso la necesidad de distinguir ambas formas de
expresión y fue en Alejandría, la capital intelectual de la Antigüedad, donde
se desarrolló el primer sistema de puntuación, gracias al bibliotecario y tutor
de los hijos de la élite, el erudito Aristófanes. El fue quien puso el primer
punto en un texto escrito e introdujo la coma, dándole mayor precisión al
lenguaje, dotándolo de ritmo y una entonación que permitió, poco a poco, la
lectura silenciosa y, por lo tanto, una relación mucho más personal del lector
con el texto.
Esto,
que fue consecuencia de un largo proceso, terminó con la scriptio continua,
la forma en que se copiaban los rollos y manuscritos, enteramente en mayúsculas,
sin separaciones, a los que sólo podía acceder alguien que tuviera la capacidad
de leerlos en voz alta, fijando, para todos, el sentido del texto.
Cinco
siglos más tarde, en la corte del emperador Carlomagno (un gran lector de
textos en griego y latín, pero que estaba incapacitado de escribir una oración
completa), el monje y pedagogo Alcuino emprendió una “cruzada” cultural de
alfabetización masiva, encargando cantidad de copias de textos clásicos en los scriptoria
y creando las minúsculas carolingias que permitieron la inclusión de los signos
de puntuación, como el de interrogación, una de sus grandes innovaciones.
Es
que los signos de puntuación, subraya el autor del libro, son la respiración
del idioma: marcan el pulso de cada lengua, dan coherencia al texto,
desambiguan el sentido y transmiten los sentimientos de quien lo escribe.
Aldo Manucio, el primer editor moderno
Y
fue con la revolución que produjo la imprenta, a mitad del siglo XV, con la que
se impuso la necesidad de estandarizar la puntuación. Y el momento para la
aparición del oficio de editor como lo conocemos hoy, junto a Aldo Manucio, un
verdadero hombre del Renacimiento, traductor, pedagogo y tipógrafo, que potenció
los alcances del invento de Gutenberg y lo convirtió en un proyecto editorial con
el que llegó a publicar ciento treinta títulos.
La
primera coma impresa salió de su taller y entre sus muchas innovaciones,
incluyó el punto y coma, que unía y separaba dos ideas vinculadas. De su
proyecto editorial da cuenta De re impressoria, el trabajo donde se
traducen por primera vez algunos de los prólogos de los textos que este prolífico
humanista recuperó, tradujo, reconstruyó y editó a lo largo de veinticinco años.
Sus
cartas prologales son, para la autora de este trabajo, un verdadero campo de
batalla filológico en el que Aldo Manucio explicita su proyecto editorial,
publicita sus productos, construye su lugar como el mejor editor de su época,
se pelea con la competencia en un mercado que estaba en ciernes, ruega a los
poderosos por ayuda económica y dialoga con los lectores estableciendo un pacto
de lectura, un concepto absolutamente moderno que él parece encarnar y que incluye
al lector a la hora de interpretar los textos. Un cambio revolucionario que
había comenzado con la publicación en alemán de la Biblia de Lutero por
Gutenberg, que terminaba con el monopolio de la lectura canonizada por la
Iglesia católica.
Formado,
desde muy joven, en las primeras imprentas (donde llegó a conocer a Gutenberg) se
propuso llevar adelante un proyecto cultural, comercial e industrial que aprovechó
los recursos que los profesores de griego exiliados en Italia por la caída de
Constantinopla le dieron a la generación de humanistas, de la que él fue uno de
los principales protagonistas.
Aristóteles, Hesíodo,
Virgilio, Horacio, Juvenal, Catulo, Tucídides, Sófocles, Homero, Esopo,
Eurípides, Píndaro, Platón, Julio César, Cicerón, Lucrecio y los principales
gramáticos griegos de su época forman su fondo editorial pensado en función de
la educación de sus lectores en la cultura clásica que el Renacimiento puso en
foco. Muchas de estas ediciones fueron bilingües con ese mismo propósito.
Pero
recuperar textos clásicos no era lo único que le importaba. Aldo Manucio
entendió, quizás, antes que nadie, que los libros debían ser disfrutados y para
eso introdujo una serie de innovaciones que los convirtieron en lo que hoy son.
Creó
caracteres más elegantes y amables para la lectura, como la cursiva. Tuvo
especial cuidado en corregir la ortografía y la puntuación, con el fin de
ofrecer un producto de calidad. Recordemos que los manuscritos eran copiados a
mano a lo largo de los siglos en los que el latín fue desvirtuándose hasta
convertirse en las lenguas romances, por lo que el idioma en el que los copiaban
no estaba estabilizado. Insertó el índice y el número de página para hacer más
clara la lectura. Y para comodidad de los lectores no eruditos (un nuevo nicho
que tuvo la perspicacia de descubrir) inventó el libro de bolsillo, con un
formato que permitía trasladarlo, cómodamente, a cualquier lugar.
Una
nueva escena de lectura aparecía con lectores ávidos de entretenimiento, de
información accesible y de una educación refinada.
En
Comentarios a la guerra de las Galias de Julio César, incluyó mapas a
color, referencias de los lugares citados y explicaciones históricas para mayor
conocimiento de los estudiantes.
En
sus cartas prologales Aldo Manucio construye para sí la figura del héroe,
salvador de la cultura clásica y se compara con Hércules, Sísifo o Pisístrato,
quien reunió y ordenó los fragmentos de la Ilíada y la Odisea. Pero
además, era un trabajador incansable y obsesivo que se sentía propietario de los
textos que publicaba por haberlos encontrado, mejorado, por haber estudiado a
fondo a sus autores y, sobre todo, por haber cotejado todas las versiones
existentes. Un trabajo con el que se ganó un lugar de autoridad, cuyo sello
editor tuvo como programa recuperar la cultura griega, dotando a sus lectores
de los instrumentos para su aprendizaje como diccionarios, gramáticas (una de
las cuales es de su autoría) y textos de filosofía y literatura.
Hijo
de su época, con una nobleza culta que atesoraba en sus bibliotecas muchos
manuscritos, tuvo a su disposición grandes mecenas que enviaban a los
profesores venidos del Este que dominaban el latín, el griego y el hebreo (estos
últimos dos idiomas se habían vuelto casi desconocidos en Occidente) a buscar
manuscritos por Europa y a grandes traductores, entre los cuales estuvo Erasmo
de Roterdam.
Aldo
Manucio era consciente de que estaba creando lo que hoy llamamos un mercado
editorial y de que había público para el consumo de textos eruditos, por lo que
se dedicó a conquistarlo. Y en el camino, nos dejó uno de los impresos más hermosos
del Renacimiento, el Sueño de Polífilo de Francesco Colonna. Una
verdadera obra maestra del arte de la edición, con xilografías y grabados en
madera, que tuvo mucho éxito en los siglos siguientes, donde se lo tradujo a
varias lenguas. Junto con el libro de bolsillo, uno de sus más bellos legados.
Entrevista
a Bård Michalsen
- ¿En
esta Babel que era el Mediterráneo en la Antigüedad, no fue la traducción lo
que impulsó el desarrollo de la puntuación?
Lo que promovió el desarrollo de los signos de
puntuación creo yo, fue la necesidad de tener una manera de comunicarse de una
forma efectiva y precisa y por supuesto, mientras más textos tuviesen que ser
traducidos, más importante resultó la puntuación.
- ¿Considerás
que sólo los pueblos económicamente prósperos son los que han producido cambios
significativos en el lenguaje?
En cuanto al desarrollo de la
puntuación, hace unos 1000 o 2000 años, los intelectuales (que formaban parte
de la clase dominante) fueron jugadores muy importantes, pero, en cuanto la
lengua en general, el lenguaje de la calle se desarrolla antes y de forma más
rápida y eficaz.
- ¿Qué
pasa con la resistencia lingüística de los pueblos dominados en la evolución de
una lengua?
Muchos
creen que “todo solía ser mejor, incluso el lenguaje”. Pero es obvio que el
lenguaje es un organismo vivo, siempre desarrollándose, y con ustedes (?) es
más activo. La sociedad cambia y el lenguaje también.
- Para
Occidente, el modelo supremo de civilización parecían ser los griegos (que,
paradójicamente, no utilizaron signos de puntuación) y, a pesar de haber sido
conquistados, su idioma perduró a través de los siglos en la mayoría de las
lenguas occidentales. ¿A qué se debió esto?
Realmente, no estoy seguro. Lo que podría ser parte de
la respuesta es que las naciones occidentales siempre han admirado la antigua
sociedad griega, sus desarrollos en todas las áreas del pensamiento, incluido
su lenguaje.
- ¿Cuál fue la causa de la inclusión de las vocales en el alfabeto griego? (que luego fue tan importante para el desarrollo del pensamiento abstracto).
La verdad es que no creo saber lo suficiente como para responderte.
- Según
la lingüística, los signos de puntuación son mucho más que pausas o ritmo y
entonación. Son fonemas, por lo tanto, permiten distinguir significados. En
función de esto ¿cuál de los dos criterios para su uso -el gramatical o el
retórico- es el más adecuado para vos?
Lo que yo creo: los dos. Necesitamos las reglas
gramaticales, pero deberíamos usar sabiamente esas reglas, sin descuidar la
sonoridad del lenguaje. Como Picasso debió haber dicho: “Aprendé las reglas
como un profesional, así podés romperlas como un artista”.
- Como
bien describís en un capítulo, el chat está más cerca de la oralidad que de la
escritura. Incluso hay diálogos enteros que prescinden de texto y utilizan
imágenes como emojis, stickers o memes, pero también se generan muchos
malentendidos. ¿Este ideal de la comunicación transparente que se planteaban
los impulsores de los signos de puntuación es posible?
Lo que es cierto, es que el lenguaje, incluso el
escrito, es un organismo vivo, siempre cambiando. Con los emojis, lo que vemos
es que son signos muy populares en las redes sociales y en los canales de chat
(como whatsapp). Un tipo de estilo escritohablado se ha desarrollado: el
textismo. Pero, a pesar de su éxito actual, yo creo que los emojis no jugarán
un rol vital en un futuro en la escritura profesional como los diarios, la
academia, las escuelas o las empresas.
- Hace
muchos años, la ciencia ficción imaginó un futuro donde los humanos se
comunicarían por telepatía, por lo tanto, sin necesidad de lenguaje oral ni
escrito. ¿Podríamos considerar esto un avance o un retroceso para la
civilización?
¡Ja
ja! Personalmente, creo que eso resulta un poco aterrador.
Publicado en La Capital de Rosario, 10/7/2022
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