viernes, 2 de junio de 2017

El día D.

El Domingo de las madres

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Las novelas de sirvientes deberían constituir a esta altura un subgénero dentro de la narrativa inglesa. Relatos donde el punto de vista de los subalternos no se dirige hacia las peripecias de la vida de sus amos sino que logra reconstruir la idiosincrática sociedad británica, en muchos aspectos, única en su tipo: un campo de relaciones en el que, hasta la primera mitad del siglo pasado, convivía una clase en decadencia heredera de la aristocracia, de un conservadurismo victoriano y de una pasividad exasperante con una clase trabajadora de gran movilidad, donde las mujeres participaban activamente, heredera del estamento de los sirvientes.
Y esta nouvelle, que no es la excepción, narra un día muy particular en la vida de Jane Fairchild, una huérfana inteligente y vital, el día del “Domingo de las Madres” en que las criadas visitan a su familia y que ella pasará junto a su amante, el hijo de una familia de la alta sociedad que en breve se casará con una joven de su condición.

Pero el azar modifica el trazado que el destino le tenía reservado y en el final de su larga vida, la protagonista recuerda perfectamente el día en el que su mundo cambió para siempre y paradójicamente encuentra en las coordenadas de su origen incierto, las infinitas posibilidades que una vida libre de los mandatos de la herencia le podía ofrecer. Y cómo la lectura de “libros para chicos” la llevó a descubrir un territorio nuevo, la escritura de ficción, que le permitió responder a un nombre propio genérico -Jane Fairchild, algo así como Juana “Buena Chica”- puesto en el horfanato como modo de conjurar su origen desconocido y le dio la posibilidad, como sólo el arte es capaz, de reinventarse.

Publicada el 28/5/2017 en diario Perfil

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