martes, 3 de febrero de 2015

El fantasma de la felicidad

Un matrimonio feliz


No parece haber definición más cercana de un norteamericano medio que la palabra “pragmática”, nacida, en lo que a la lingüística se refiere, en el mundo anglosajón.
El protagonista de esta novela norteamericana con mucho de autobiografía, narra los últimos días de vida de su esposa a partir del momento que decide abandonar todos los tratamientos para morir en su casa y despedirse de las personas con las que ha compartido sus cincuenta años de vida y organizar, junto con su marido, desde su funeral hasta la vida académica de sus hijos y los asuntos financieros que a lo largo de treinta años de matrimonio no han hecho más que prosperar.
Y es el límite impuesto por la muerte de la mujer que eligió para atravesar la vida lo que lo lleva a rememorar sus años junto a ella, desde la fascinación inicial hasta la aceptación de una vida sexual más o menos satisfactoria en compensación por la estabilidad emocional que un éxito demasiado prematuro en los comienzos de su carrera de escritor habían minado junto con el desinterés inmediato de la crítica. La misma aceptación por el estatus quo que se percibe en su ciudad, Nueva York, que ha pasado de la bohemia de los 50 a la degradación de los 70 hasta llegar a la opulencia de fin de siglo y que la novela registra con precisión.

Poco importa si de lo que se trata es de la vida real de su autor. Porque lo que hace de esta aburguesada y en un punto previsible vida privada algo interesante, es la manera en que la historia de su matrimonio se convierte en la lente a través de la cual aprende a reconocer su propia subjetividad. Una lente que tiene mucho de trampa, advierte, cuando el deseo por otra mujer lo lleva a poner en cuestión los fundamentos de un vínculo que lejos de estimular su desarrollo individual, se le aparece como un dispositivo de adecuación a los exigentes estándares sociales, y que no habla de otra cosa que de su propia renuncia a sus deseos, como el de arriesgarse a vivir para la literatura.

Publicado en diario Perfil, 25/1/15

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