A la búsqueda de tesoros patrimoniales
Con la certeza de que el patrimonio arquitectónico
y natural es una fuente de asombro y felicidad para quienes habitan la ciudad,
los autores de este trabajo, un documento ilustrado de algunas joyas patrimoniales
descuidadas, también es una guía de cómo valorarlas y preservarlas.
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Del
encuentro de dos apasionados por el patrimonio arquitectónico de Buenos
Aires, el licenciado en paisajismo Fabio Márquez, al que
entrevistamos por acá: https://n9.cl/9ovsyb y
la arquitecta y artista plástica Natalia Kerbabian, la iniciadora del proyecto @ilustroparanoolvidar,
quienes entusiasmaron a la editorial Futurock, nació este bellísimo libro
ilustrado, un compendio de muchos de los valiosos edificios que ya no existen
más en nuestra ciudad, con el propósito no sólo de documentar las pérdidas del patrimonio,
sino de proponer ideas y estrategias que las eviten en el futuro.
Su ilustradora, Natalia Kerbabian, egresada de la
UBA, es la creadora del proyecto educativo centrado en la memoria "Ilustro
para no olvidar" en el que encontró la manera de unir ambas vocaciones y de
expresar sus ideas sobre la arquitectura, los paisajes y objetos a través del
dibujo a mano alzada. Un trabajo de gran calidad artística y a la vez
comprometido con los desafíos que implica la preservación de un patrimonio
irremplazable.
Edificios
de departamentos, casas, petit hoteles, fábricas, usinas eléctricas, pero
también veredas, calles adoquinadas, jardines, plazas, luminarias, herrajes,
carteles, buzones, vitrales, cúpulas o tapas de servicios públicos, todo cae
bajo la mirada atenta y amorosa de los autores de Memoria de Buenos Aires,
que saben cuánta información de la historia y, lo más importante, de la vida de
quienes la habitaron y habitan, guardan estos elementos patrimoniales.
El
objetivo principal de este trabajo, dicen sus autores, es despertar conciencia
sobre la importancia del cuidado de nuestro patrimonio arquitectónico
pero también natural, porque entienden la idea de progreso como la posibilidad,
para quienes habitan la ciudad, de vivir en armonía con su entorno.
Como la posibilidad de volver a disfrutar de la enorme zona balnearia que la ciudad tenía hasta el año 1975, un importante espacio de ocio para sus habitantes, que se cerró por la contaminación del río y que urge recuperar, como las riberas del Riachuelo. O los innumerables “bares de la esquina”, esos espacios de encuentro y de reconocimiento tan importantes para la vida en los barrios.
Arquitectura a cielo abierto
Y
Buenos Aires, como lo demuestran los autores de este trabajo, tiene una
diversidad de estilos notoria, por lo que resulta una biblioteca de
arquitectura a cielo abierto: desde edificios art déco, art nouveau, beaux
arts, californianos, neorrenacentistas, racionalistas, neoclásicos, neocoloniales,
neotudor, iglesias neogóticas y hasta edificaciones neorrománicas como las subestaciones
eléctricas de la ex empresa de electricidad Italo Argentina, hasta las famosas
“casa chorizo”, que los constructores italianos copiaron de las edificaciones
romanas, adaptándolas a las necesidades del lugar e inaugurando, sin saberlo,
un estilo propio del Río de la Plata. De todos estos estilos encontramos
edificaciones que por su singularidad o por los materiales con los que fueron
construidas hoy son irremplazables. De todas ellas se ocupó la ilustradora,
como una forma de homenajear en el recuerdo a esos bienes patrimoniales
hoy desaparecidos.
Pero
los autores también se preguntan por qué y para qué conservar: lejos del
criterio museístico o del cenotafio ilustrado, se proponen advertir sobre
cuánto queda por recuperar, cuidar y conservar de todo ese patrimonio
que está vivo y que tenemos el derecho de disfrutar.
Para eso, enumeran todo lo que, según ellos, hace falta: un profundo relevamiento, catalogación y diagnóstico del estado actual para elaborar un plan de preservación consistente, que se podría sostener a través de alianzas entre el sector público y el privado, mecenazgos, ventajas impositivas y, especialmente, una normativa actualizada. Todo, insisten, consensuado con los vecinos y con el aporte de especialistas de diferentes disciplinas.
La búsqueda del tesoro
Como somos muchos los que amamos esta ciudad, acá van algunos de los espacios que, con mucho amor y convicción, fueron recuperados por vecinos, particulares y gobiernos:
- Bar El Tokio. En el corazón del barrio Santa Rita, este “bar notable” tiene una historia de amor de casi cien años con los vecinos, al punto que cuando, este año, el hijo del mítico dueño lo reabrió, dio ocasión a una fiesta barrial. (foto1)
- Casa Anda. Av. Entre Ríos 1077. Con una historia de fantasmas a cuestas, esta joya art nouveau de Virginio Colombo está en proceso de restauración, gracias a la acción decidida de organizaciones barriales que lograron frenar su segura demolición. (foto 2)
- Plaza Clemente, en Colegiales. Después de una década de lucha vecinal, se construyó este espacio verde 100% con flora nativa y un circuito educativo para aprender a colaborar con el ecosistema.
- Caminito. Gracias a la feliz idea del pintor Quinquela Martín, que en 1959 propuso a los vecinos transformar sus calles en un museo a cielo abierto, hoy es el destino turístico más buscado por los visitantes extranjeros. (foto 3)
- Usina del arte. El emblemático “palacio de la luz” que albergó el edificio de la compañía Italo Argentina de Electricidad, fue creado por el arquitecto italiano Giovanni Chiogna, con reminiscencias de un palacio florentino, cuya restauración y transformación en un complejo artístico de vanguardia llevó varios años y gestiones.
Lo
sabemos: los libros no cambian el mundo, pero quizás éste sea el puntapié
inicial de una acción colectiva que, continuando el camino que muchos vienen
recorriendo, logre que el Estado cumpla con el fin para el que fue llamado:
administrar los recursos públicos para el bien de todos.
Publicado en Buenos Aires Connect, 5/12/25
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