Mundo loco. Guerra, cine, sexo
Slavoj Žižek es un pensador verdaderamente
raro. Marxista clásico (casi no quedan) y lacaniano (los hay cada vez más),
escribe mucho y en profundidad sobre temas de economía política, filosofía,
psicoanálisis, política exterior o el cine de Hollywood, uno de sus grandes fetiches,
con la misma convicción y una gran convocatoria entre los lectores.
Y
este trabajo compila algunas notas que escribió en diferentes medios en el
último año, en el que la guerra de Ucrania fue el tema central. Pero no sólo: Žižek analiza y se interroga
sobre el estado actual del mundo y define esta etapa como la del
“tecnopopulismo”, una suerte de neutralidad apolítica, donde derecha e
izquierda han perdido su especificidad, que nos pone frente a un escenario
donde la resistencia al poder estatal sólo parece posible a partir de
levantamientos fogoneados por la ultraderecha populista, como el ataque al
Capitolio o al Planalto.
Reafirma, en cada una de
sus intervenciones, su posición antimperialista, tanto frente a Israel como a
Rusia, desarmando, en un caso, el argumento del antisemitismo y convocando a
las fuerzas progresistas a evitar una nueva guerra mundial que el fundamentalismo nacionalista de las grandes potencias,
sostiene, estimula y pone en evidencia los intereses que se juegan en cada una
de las confrontaciones, porque, nos recuerda, los conflictos jamás son
únicamente por cuestiones geopolíticas, sino “momentos de tensiones internas en
la circulación mundial del capital.”
Discute con la izquierda su ambivalencia respecto de
Rusia y reivindica su apoyo a la resistencia ucraniana y a los valores de las
democracias liberales como el respeto a las disidencias sexuales o los derechos
de las mujeres, mientras condena los crímenes de guerra de EE.UU. en Medio
Oriente, tanto como el componente nazi de la sociedad ucraniana.
En cuanto a los artículos sobre el cine de Hollywood, son
mucho más interesantes e intelectualmente productivos sus análisis políticos.
Sus críticas, en algunos casos, superficiales, mejoran considerablemente cuando
la película se convierte en la excusa para analizar un proceso político actual,
como el ascenso de las mujeres dentro de la derecha
radical o las enseñanzas que el feminismo occidental debería extraer del
movimiento popular iraní de repudio por el asesinato de la joven kurda a manos
de la “policía de la moral”.
Y frente a un mundo que se dirige a su propia destrucción,
concluye, la única salida deberá ser un nuevo comunismo al que llama a reinventar.
Publicado en La gaceta de Tucumán, 19/1/25
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