Que las editoriales independientes son uno de los colectivos culturales más potentes no es una novedad y la Feria de Editores lo demuestra todos los años. Pero, a pesar de que sólo parece suceder en Buenos Aires, en las provincias viene creciendo el mismo fenómeno: pequeñas y medianas editoriales con lo mejor de la producción regional, editoriales municipales con catálogos amplios y diversos, editoriales universitarias con rescates de la obra de autores imprescindibles con trabajos críticos de investigadores académicos, una multiplicidad de voces desconocidas por los grandes sellos y ferias del libro en casi todas las provincias, conforman un campo editorial muy nutrido que, a la hora de difundirlo, se encuentra con el viejo problema del centralismo porteño que convierte en invisible todo lo que no impacta en su vidriera, incluso, para sus mismos coterráneos.
Perfil conversó con algunos de sus referentes, quienes nos cuentan cómo
es publicar en un país cuya inteligentzia
mira hacia afuera y se posiciona de espaldas a lo que pasa en el largo y ancho
territorio literario nacional.
Oscar Taborda es el director de la Editorial Municipal de Rosario,
:e(m)r; que ya lleva 30 años de
vida. Comenzaron con trabajos de investigación con gente de la universidad, que
les permitió publicar la obra completa de algunos autores, como Beatriz
Vallejos o Juan Manuel Inchauspe. Hoy su producción se nutre, en gran medida, de
concursos de poesía, de novela corta, de historieta y de fotografía y hasta de
cuentos infantiles escritos por chicos e ilustrados por artistas plásticos de
la ciudad, lo que la convierte en una plataforma para nuevos autores de la
región.
Si bien no es una
editorial independiente, de alguna manera, funciona como si lo fuera,
característica que comparte con las editoriales universitarias de la provincia
como la UNR, EDUNER y UNL, por el cuidado y la atención cuasi artesanal de cada
uno de los libros. “De alguna manera nos sentimos parte del ecosistema de las
editoriales independientes. Tenemos un vínculo de hermandad con las editoriales
de acá y escapamos a cierta estética arcaica de los libros estatales, la de ser
propaganda del político de turno.”
En la librería de la
editorial, que abrió hace muy poco, dentro del espacio de la Biblioteca Juan
Alvarez, le dan cobijo a aproximadamente sesenta editoriales de la provincia.
“El interés es el de ayudarlas a promover su catálogo, sumar un apoyo al
trabajo que vienen haciendo. La idea es que cualquiera que entre se encuentre
con la producción local que es considerable y que no está del todo percibida
por los mismo rosarinos.”
¿La editorial publica sólo autores de la región?
La mayoría, sí. Para los
25 años de la editorial hicimos un concurso nacional y de ahí publicamos
catorce libros, no sólo al ganador. Hicimos antologías de poesía, en paralelo
con el festival de poesía que se hace acá todos los años. En esa línea se nos ocurrió
hacer lo mismo con la historieta, ya que acá hay una nueva generación de
historietistas muy buenos.
¿Qué planes tienen para el futuro?
Seguiremos con los
concursos. Es la posibilidad de conocer nuevos autores. Y nutriendo las
colecciones como la naranja, donde le proponíamos a autores una crónica de una
zona de la región. Diana Bellesi escribió sobre Zavalla, otra es sobre el
trabajo de Juanele en las bibliotecas populares. En una segunda etapa nos
gustaría mucho tener autores rosarinos que hayan publicado en otro lado. (Y la
lista, enorme, va de Fontanarrosa, pasando por Charlie Feiling, Patricio Pron,
Elvio Gandolfo, Mirta Rosemberg, Beatriz Vignoli, Reynaldo Sietecase, Beatriz
Guido, Alberto Laiseca, María Negroni, Aldo Pellegrini, Josefina Ludmer,
Nicolás Rosa y muchos, muchos más, lo que da una pauta del foco intelectual que
fue y es Rosario).
Verónica Stedile Luna y Agustín Arzac son los
responsables de la editorial EME de
La Plata. Cuentan que surgió como un
desprendimiento de otro proyecto, que fue la revista Estructura Mental a las Estrellas, publicada entre 2010 y 2013 y en
un momento se dieron cuenta de que los autores que más les interesaba difundir
circulaban por la revista. Por ese mismo año emergieron diversos proyectos
editoriales y libreros cercanos en La Plata, como Club Hem, Pixel y la librería
Malisia de la cual forman parte. “Todo ese movimiento y las ganas de dar más
espacio a las escrituras de la revista, nos impulsaron a crear EME editorial.
Los primeros libros de Carlos Ríos y Paloma Vidal fueron en co-edición con Bajo
La Luna, de cuyos editores, Miguel Balaguer y Valentina Rebasa, aprendimos
cosas invaluables. Al poco tiempo nos largamos a editar con nuestra propia
estructura, pequeña pero siempre muy rodeada del apoyo de proyectos colectivos
cercanos. Hoy la editorial cuenta con tres colecciones, “Fin de lo mismo” en
narrativa; “Plan de Operaciones” en ensayo histórico-político y “Madriguera”
–la más reciente, del 2020– para ensayos sobre arte y literatura.”
¿Qué relación tienen con el ecosistema editorial independiente de CABA?
Es uno de los más ricos
del Cono Sur, sin dudas; eso hace que, por supuesto, sea un espacio
importantísimo de diálogo, intercambio, aprendizajes, y comercialización –como
sabemos, la mayor concentración de librerías se encuentra en Capital Federal.
Al mismo tiempo, se está dando un proceso muy interesante de poner en común
esfuerzos y problemas entre editoriales, librerías y ferias de la provincia de
Buenos Aires. Es un universo muy rico, que lleva muchos años de trabajo
sostenido, con cada vez más alternativas; ferias como Invierno, Minga o EDITA
dan un poco cuenta de eso, al igual que el festival de poesía de Bahía Blanca.
¿Reciben algún apoyo del estado provincial?
En provincia de Buenos
Aires se está llevando adelante una serie de políticas públicas de fomento a la
lectura y la industria del libro que son muy importantes y que no tenían
precedentes. El ejemplo más visible y de mayor impacto es el de la compra de
libros a editoriales independientes bonaerenses. Otras acciones son el
Encuentro Provincial de Bibliotecas Populares en Chapadmalal -donde también se
le otorga presupuesto a bibliotecas para compra-, el programa de apoyo y
fortalecimiento a ferias del libro, el espacio dentro del stand de la provincia
en la feria del libro de Buenos Aires, entre otras.
Espacio Hudson es una editorial chubutense que tiene su base en el paradisíaco Lago
Puelo, desde donde congrega, gestiona, moviliza y publica a los autores de la
Patagonia, con un lugar especial para las lenguas indígenas autóctonas
-mapuche, selk’nan y yámana- y de otros países, como los textos escritos en
creek, una lengua indígena de norteamérica.
El nombre lo eligieron
en homenaje a Guillermo Hudson, un personaje bifronte que fascinó a los lectores
de los dos lados del Atlántico y, de alguna manera, ese es el lugar donde
quisieron posicionarse. Los problemas de logística los resolvieron
colectivamente: forman parte de La Coop, una cooperativa de quince editoriales
que tiene su sede en Buenos Aires y desde ahí se hace la distribución a 120
librerías de todo el país, según cuenta uno de sus responsables, Cristian
Aliaga.
Pero no sólo publican autores de la región. Hacen co-ediciones bilingües con otros
países y si bien la colección de literaturas originarias fue una de las
primeras, cuando decidieron abrir la editorial, nos cuenta, ya sabían de la
existencia de muchos buenos escritores en la Patagonia y dónde encontrarlos,
así que el proyecto nació como el lugar casi natural donde mostrar toda la
producción local.
Uno de los mayores problemas para
este tipo de editoriales, sostiene, es la falta de apoyo oficial. “Comparado
con México o Chile, por ejemplo, hay muy pocas políticas de apoyo en este país,
y muchísimos actores culturales. En nuestro caso, no hemos tenido buena
recepción en nuestra provincia, pero hemos coeditado con universidades y
gobiernos de otras provincias.”
¿Qué haría falta para que las literaturas regionales accedan a una mayor visibilidad?
Creo que hacen falta políticas dirigidas y sectorizadas. Y acá volvemos
al problema de siempre, la centralización. Y es un gran derroche de
recursos, porque lo mejor está en la FED, a ambos lados del mostrador: bibliodiversidad de parte de las editoriales y
lectores exigentes que, si pudieran, se comprarían todo. Y esto es lo que
sostiene este espacio casi utópico dentro de la economía asfixiante en la que
vivimos.
Literatura Tropical
es una editorial
chaqueña que se presenta como una plataforma creativa de “literaturas
disconformes”
que impulsa proyectos artísticos de autores del NEA, donde la poesía tiene un
lugar central.
Uno de sus
responsables, Alfredo
Germignani, es muy enfático al enumerar las diferencias que existen entre las
editoriales independientes de las provincias y las de CABA: “Las diferencias
son de territorio, las editoriales de CABA pueden ampliar más su campo de
batalla: recursos, costos, probabilidades económicas, competencias. La historia
de la literatura y, por lo tanto, la editorial, no escapa a nuestra propia
historia. Edificaron todo sobre arenas movedizas, hicieron una ciudad y se
preocuparon poco por hacer un país. Los territorios marginales revelan voces y
potencias que CABA cree ocultar con todas las lucecitas que adornan el
Obelisco. Lo cierto es que, más allá de este complot, las diferencias son
técnicas. Entiendo que una editorial independiente encuentra hidalguía cuando
aprende a desenvainar tres espadas: dirección de arte, creación de valor y
construcción de catálogo y aunque, creativamente, tenemos las mismas espadas,
nos vencen la multiplicidad de sus ejércitos técnicos.”
¿La editorial forma parte de alguna red de editoriales regionales?
No
formamos parte de ninguna red pero, en la medida que podemos, procuramos
trabajar asociativamente. Nos invitan a la Feria de Editores y a festivales
literarios y nosotres mismos producimos acontecimientos para construir
comunidad de lectores. Ciertamente es fundamental afianzar lo colectivo, falta
quizá una figura o entidad que nos articule con más fiereza. Hay que trabajar
más para producir estrategias políticas y económicas, que nos beneficie y nos
multiplique más.
Reconoce que en Chaco existen
políticas públicas para incentivar el sector editorial, como los libros a mitad
de precio, la ley de mecenazgo, la ley de industrias culturales, que aunque
importantes, no son suficientes. “Sobre todo, en estos tiempos de tempestades
económicas, es determinante la presencia del Estado a pesar de sus
insuficiencias. Ningún mercado regula nada por sí mismo, muy por el contrario,
devora. Ni mucho menos el mercado editorial, cuya regulación del precio del
papel, ya sabemos, está en manos de unos cuantos pocos que ya conocemos lo que
hacen y cómo lo hacen.”
¿Qué haría falta para que las literaturas regionales logren mayor visibilidad?
Entender
que no nos podemos mudar a CABA, es ella la que debe federalizarse. Esto fue y
será su deuda pendiente con el país y con la historia argentina, pero lo vamos
a lograr, estamos preparados y trabajamos para ello durante mucho tiempo.
Selva Almada es una de las tres creadoras de Salvaje Federal, la librería que, desde Buenos Aires, promueve la literatura regional y provee de libros de todas las provincias a quienes van en busca de títulos que no están en otros lados. Para eso, recorre las ferias, el lugar donde se dio cuenta de la necesidad de encontrarles un espacio. Al preguntarle sobre la presencia de editoriales capitalinas en su catálogo, su socia, Natalia Peroni, responde que “el acento está puesto en el territorio y para nosotras, la Capital Federal es una región más, no hay un centro ni, por lo tanto, una periferia.
¿Qué impacto tienen las ferias regionales en las ventas de libros de las provincias?
Suelen ser espacios que
benefician las ventas y sobre todo que les permiten tener visibilidad,
presentarse a futuros lectores. Lamentablemente, muchas veces los lectores
ignoran que en su misma región, incluso en su misma ciudad hay una literatura
que se está produciendo en ese mismo momento. Y sí, también sirven para que
quienes escriben se conozcan, entren en contacto, se lean.
¿Qué haría falta para que las literaturas regionales accedan a mayores ventas, visibilidad, traducciones, ferias internacionales?
La infraestructura de
estas editoriales suele ser muy pequeña, son proyectos que se llevan adelante
con poco dinero, estos últimos dos años los costos de imprenta y papel se
encarecieron muchísimo, hoy cuesta mucho dinero hacer un libro. Creo que además
de los apoyos económicos al sector del libro, el Estado debería hacer una
promoción más fuerte de estos autores en ferias del país e internacionales. Lo
mismo en el caso de las traducciones. “El gran problema en nuestro país es la
logística” completa Natalia. “Para que te des una idea: a nosotros nos compra
gente de Córdoba libros de una editorial cordobesa. Imaginate el camino que
hace el libro. Le pasó a una editorial tucumana que tuvieron que imprimir acá
porque las imprentas de allá no tienen precios competitivos. Nosotros tenemos
un único costo de envío estés donde estés. La idea es no castigar a los que
están más lejos de Buenos Aires. El acento está en difundir literaturas que,
hoy por hoy, son secretas.”
¿Qué diferencias hay entre las editoriales independientes de CABA y las de las provincias?
Tal vez
la única gran diferencia es que al estar en CABA esas editoriales tienen un
acceso más fluido a suplementos y revistas literarias, a booktubers, a una
circulación un poco más amplia. También mejores ofertas a la hora de imprimir
sus libros. Pero en cuanto a su distribución y visibilidad ocurre lo mismo que
con las independientes de las provincias: llegan a muy pocos lugares fuera de
CABA.
Datos sobre la producción editorial del año pasado
Según la Encuesta
Nacional de Consumos Culturales, en 2022 se editaron 35.356 títulos, un 3% más
que el año anterior, lo que no es poco, teniendo en cuenta los estragos que la
inflación viene haciendo en los bolsillos. Mientras tanto, la cantidad de
ejemplares impresos aumentó un 23% y la tirada promedio, un 13%.
Otro dato curioso es que
quienes tienen entre 13 y 29 años son los grupos etarios que más leen, con
porcentajes de lectura de 77% y 58% respectivamente. Estos
rangos etarios coinciden con los de la educación formal.
La mayoría, al elegir un libro lo
hace por el género y la narrativa está en primer lugar, En este ítem, es
llamativo ver que la poesía comparte con el género de autoayuda el 7% de los
votos. El motivo de la lectura es el entretenimiento y una buena noticia, el
26% de la población leyó algún libro de autor o autora nacional.
Por su lado la CAL denuncia que en
2022, el papel ilustración tuvo un incremento interanual de cerca del 300% y el
papel nacional para interiores, tiene aumentos superiores al 120% en los mismos
meses y su continua falta hace que los pequeños editores se vean obligados a
aceptar cualquier precio que se fije
Ante este estado de cosas, proponen
formar corredores regionales para mejorar la logística y la distribución. Piden
control de precios para las empresas que producen el papel, cuya producción,
sostienen, está cartelizada; capacitación por parte de las carreras de edición
a los interesados; exención de impuestos y fomento del empleo para Pymes del
rubro; control de las plataformas digitales con posición dominante y que la
logística vuelva a estar a cargo del Correo Argentino. Veremos qué respuesta
tienen.
Publicado en diario Perfil, 10/12/23
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