Mis inventos
Los comienzos del siglo XX fueron años de vertiginosas
transformaciones. Una nueva fuente de energía, la electricidad, impulsaba el
desarrollo industrial tanto del mundo occidental (con EE.UU. a la cabeza) como
de la incipiente Unión Soviética (el comunismo es el poder de los soviets más
electricidad, declaraba Lenin, por ese entonces). Pero fue en el centro del
mundo capitalista donde se libró una verdadera guerra por el dominio de las
patentes de los nuevos inventos y el lugar donde coincidieron Edison y Tesla,
los inventores (o descubridores, la línea es muy porosa), entre otros “prodigios”,
de la corriente continua y la corriente alterna, respectivamente. La historia
de su enfrentamiento fue antológica y la autobiografía que este último escribió
a los sesenta y tres años, cuando terminaba la Primera Guerra Mundial, es una
muestra más.
Nikola Tesla nació en Croacia, a mediados del siglo XIX,
y según se lee en esta afiebrada autobiografía, su pasión por los inventos y
los artificios con los que dominar la naturaleza (y la tenacidad con que la
defendió del mandato familiar) lo acompañó desde muy temprano.
Con una capacidad casi monstruosa para el estudio y el trabajo
que lo mantenía despierto durante interminables jornadas y un impulso voraz por
el conocimiento (dominaba varios idiomas y era un lector refinado de literatura
y filosofía) afirma no haber necesitado de esquemas ni experimentos para desarrollar
sus inventos ya que podía visualizarlos en su mente como si fueran reales.
Leer su autobiografía es como asistir al laboratorio del
Dr. Frankenstein cuando, percibiéndose como un autómata, describe sus
intuiciones como “imágenes mentales acompañadas por fuertes relámpagos” y sus episodios
de agotamiento nervioso como “la clara sensación de que mi cerebro se estaba
incendiando.”
Su encuentro con Edison -su par y contrafigura- es una marca
de la contradicción entre “el sentido práctico e individualista estadounidense”
y una mente nutrida por la alta cultura mitteleuropea, una diferencia que a
Edison le reportó éxito económico y reconocimiento mundial, y a Tesla, la
quiebra económica y la invisibilidad.
Sus más de quinientos inventos permitieron el desarrollo
de la robótica y la transmisión inalámbrica, con los que imaginó un mundo donde
la abolición de las distancias garantizaría la paz por siempre, quizás la única
de sus ideas que no pudo llegar a materializarse.
Publicado en La gaceta de Tucumán, 13/12/2020
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