La ridícula idea de no volver a
verte
de Rosa Montero
Este
libro nació por pedido, como tantos que los grandes sellos
editoriales encargan a sus escritores rentables, como es el caso de
Rosa Montero. La excusa fue la publicación del diario de Marie
Curie, unas pocas páginas hermosamente escritas el año posterior a
la muerte de su marido que le provocaron a su autora “ganas de usar
su vida como vara de medir para entender la mía; y no estoy hablando
de teorías feministas, sino de intentar desentrañar cuál es el
#LugarDeLaMujer en esta sociedad en que los lugares tradicionales se
han borrado.” (Los usuarios de Twiter sabrán qué es ese numeral
seguido de ese grupo de palabras y el libro incluye un índice de
estos hashtags
con las páginas donde aparecen).
Que no está
hablando de teorías feministas queda claro a poco de leer las notas
que fue tomando a partir de las lecturas sobre la vida y la
trayectoria de esta mujer asombrosa que tuvo que endurecerse para
quebrar los límites que su origen y su condición de género le
marcaron. Y si encuentra en la vida de Curie una vara para entender
la propia, no es en su calidad de pionera sino en la brutal
experiencia de la muerte del compañero que ambas padecieron y que
configura el tema central del libro. Queda por discutir si los
lugares tradicionales han desaparecido pero no es éste el espacio
donde debatir estos temas, que son abordados desde el lugar común
que abruma las revistas femeninas, como cuando habla de la debilidad
de los hombres, “una gran verdad que todas conocemos pero ninguna
menciona” y que se refuerza con la segunda persona a la que este
texto se dirige, un “vosotras” que lo liga todavía más al
universo de las publicaciones femeninas.
La vida de Manya
Sklodowska, tal su nombre original, los poderosos enemigos que tuvo
que enfrentar -además del patriarcado- como el comité del premio
Nobel pidiéndole que no fuera a Suecia a recoger el premio (el
¡segundo! que ganó, en 1911, de Química) por el escándalo que se
desató cuando se hizo pública la relación clandestina que mantenía
con otro científico (casado), por la cual fue acusada de adúltera
-para empezar- cuando ya era viuda, merecería, sí, ser leída a la
luz de la teoría literaria feminista. Quizás resultaría mucho más
provechoso que las notas espontáneas tomadas por una escritora
sensible y exitosa.
Publicado en diario Perfil 7/4/13
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