lunes, 3 de diciembre de 2018

Todas las formas posibles de narrarse

Filbita 2018

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Si hay algo que funda nuestra identidad es la lengua materna, que antes de ser lengua es una voz. Las canciones de cuna, los cuentos a la hora de dormir, las rimas, leyendas y refranes repetidos como latiguillos conforman el único espacio que habitamos como propio en cualquier lugar del mundo y la literatura se reconoce en estos “géneros menores” con los que atrae cada vez a mayor número de fieles.
Para hablar, dibujar, jugar y experimentar con todas las formas posibles de narrarse, llega a Buenos Aires este festival de literatura infantil, convocando a ilustradores y autores nacionales y extranjeros a participar, durante cuatro días, de cuarenta talleres, distribuidos en tres sedes: http://filba.org.ar/filbita/filbita-2018_87/programa     

Para el español Raúl Guridi -autor de varios libros-álbum publicados en nuestro país por la editorial Pípala- el público infantil es el más exigente, el menos problemático, el más abierto y el más sincero, condición que destaca, entre todas, en estos tiempos de individualismo explícito y de rechazo al otro.
Y la identidad -un tema complejo que implica cuestiones como el racismo, la xenofobia, las crisis migratorias, el genocidio cultural o la identidad sexual- elige elaborarla a partir de una estética que comprometa al lector en la historia que narra. “Para mi es el gran reto del siglo, vivimos tiempos donde la sociedad de consumo ha creado seres sin ningún tipo de empatía hacia lo que ocurre delante de sus ojos. Mis imágenes se centran en dar al espectador la posibilidad de participar en los espacios, en las miradas, haciendo que el recorrido visual que elija sea parte de la obra. Mis personajes intentan, desde el sosiego, buscar una incertidumbre que haga reflexionar sobre lo más humano y tierno de nosotros. Creo que los artistas tenemos en nuestra mano cambiar, desde la deconstrucción, el sistema del miedo absurdo a los demás que se está estableciendo en las sociedades “avanzadas”. En mi caso esa deconstrucción viene expresada a través de la eliminación de elementos que distraigan o recarguen una escena, centrándome en el carácter, el sentimiento del personaje.”    

Paloma Valdivia -autora de varios títulos publicados por el Fondo de Cultura Económica- considera a quienes se vinculan con los libros desde muy chicos, su público predilecto y a la ilustración, las primeras ventanas al mundo o las primeras visitas a museos, por lo que sostiene que a través de los libros se pueden formar los valores estéticos de una persona. Y aunque dentro del público infantil hay lectores de todo tipo, cree que a ellos se los puede atrapar con una buena historia y con un mediador entusiasta. “Es un público fácil y a la vez complejo, requiere trabajo. Hacer un buen libro para niños es hacer un buen libro.”
El tema de la identidad, para esta autora chilena, está ligado a la cosmovisión de sus antepasados mapuches, para quienes la concepción del universo comprendía diferentes dimensiones, entre las cuales cohabitaban múltiples formas de vida. Entre estos espacios se debían establecer relaciones cargadas de respeto y valoración, agrega. De este modo, se mantenía un equilibrio permanente entre todos los elementos y seres que componían esos espacios. “En general, como autora, escribo acerca de situaciones personales, pero que a la vez son universales. En mis libros no hay nombres, ni lugares ni tiempos determinados y esa ha sido una constante desde siempre, ahora me doy cuenta que ha sido con el fin de que todos podamos sentirnos incluidos en esas historias. Los de ariba y los de abajo es un ejemplo de ello, ¿existen los de arriba y los de abajo realmente? Todo depende desde dónde se observe, todos pertenecemos al mismo lugar.”
La tradición mapuche, tanto como los postulados de Humboldt, el naturalista, quien describió la naturaleza como una red de vida orgánica donde todo está interrelacionado y todo es necesario para funcionar en equilibrio, son sus referentes. “La respuesta para mí está en estos ejemplos, valoramos y cuidamos lo que conocemos. Es necesario volver al sentido común al contar historias, estar atento al pasado para crear un mejor futuro donde todos estemos y estemos bien.”
Marjorie Pourchet, una ilustradora francesa que en nuestro país tiene varios títulos en la editorial Pípala, considera a los niños lectores muy creativos, ya que un libro puede ser el pretexto para encontrar mil aventuras. A través del ritual de la repetición, ellos redescubren un libro cada vez que lo escuchan narrar. “Yo creo que los niños son mejores lectores de imágenes que los adultos; muchas veces lo vi durante mis encuentros con ellos. Por otra parte, hasta los cinco años, están mucho más atentos a los pequeños detalles que los adultos: me parece que, avanzando en la lectura escrita, pierden esta mirada aguda. Y creo que a los adultos esto los pone de mal humor: cuántos padres he escuchado decir a sus hijos “no, ya estás grande para este libro, casi no tiene texto”, con lo que se sobreentiende que si tiene muchas imágenes es porque es demasiado fácil. Pero los niños saben reconocer las palabras escondidas en las imágenes.”

Su forma de trabajar temas complejos como el de la identidad es mediante la evocación o la sugerencia. “No soy partidaria del “libro de temas”, al menos no es eso lo que me ha llevado a hacer este trabajo. Más que evocar el racismo, por ejemplo, yo buscaría mostrar la riqueza de las diferencias, los beneficios de la curiosidad. Amo también los personajes que tienen debilidades, más que los superhéroes, porque me parece que la aceptación de nuestras fragilidades hace de nosotros mejores personas. Busco sentir a mis personajes vivos más que volverlos bellos.”
Publicado en diario Perfil, 18/11/2018

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