La ficción del ahorro
Estamos en el fatídico verano que comenzó en diciembre de
2001 y la protagonista de esta novela se encuentra en la bóveda de un banco de
la ciudad de Posadas junto a su “segundo padre” como llama amorosamente al
marido de su madre, para retirar los ahorros de la pareja, lo que implica la
puesta en práctica de un trabajoso mecanismo para evitar las miradas de
curiosos y posibles ladrones. La escena, una de las más emblemáticas de la
historia de las crisis económicas de nuestro país, dispara en ella una serie de
reflexiones y organiza el relato (que se podría poner en relación con la novela
El grito de Florencia Abbate, escrita mucho más cerca de los
acontecimientos) alrededor de un tema que por incómodo y culposo para nuestra
clase media, la dueña de “la opinión pública”, es casi un tabú: el dinero, no
como abstracción sino en su dimensión material. Y la protagonista, saliendo del
banco “forrada en dólares” y sintiendo cómo los fajos de billetes resbalan por
su cuerpo transpirado exhibe todo el peso de lo que esta abstracción encubre.
“La
mierda económica” llamaba Marx a ese objeto que mueve al mundo y que sostiene
los hilos de la dinámica familiar, en las incontables competencias fraternales
por recibir los favores monetarios de la madre y que, descubre, no entra en las
preocupaciones diarias de sus compañeros de sociología de la UBA, muy comprometidos
con la revuelta popular. Como parece no entrar en las categorías de esta
disciplina, urbana y porteñocéntrica, la realidad del “interior del interior”,
la de aquellos barrios donde las casas de cemento, como la de la protagonista,
son una excepción.
La
tensión entre el ahorro y el gasto, así como entre ser de Capital o de
provincia, entre pobreza urbana y rural organiza este texto en el que su autora
despliega una suerte de mirada bizca, sin fascinación por la gran ciudad ni
añoranza por el terruño, y donde descubre, en las muertes inexplicables y de
las otras, la violencia que, como las crecidas del río Paraná, pero también las
jornadas sangrientas del 19 y 20 de diciembre, se lleva puesto todo a su paso.
“Toda
literatura es provinciana. La literatura es provincia, tierra de vencidos” nos recuerda
Luis Chitarroni desde el epígrafe. Y frente a una narrativa actual que describe
los altibajos de un viaje alrededor del ombligo, esta novela aborda,
magistralmente, y desde los ¿márgenes? todo lo que hacemos para ganar, gastar,
ahorrar y perder ese bien que, como la vista de cadáver, nos atrapa y repele a
la vez.
Publicado en La gaceta literaria, 15/9/24
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