lunes, 4 de septiembre de 2017

El lugar donde anida el desasosiego

El lugar donde mueren los pájaros

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Un epígrafe de la narradora Lydia Davis sobre el momento confuso en que una sensación y el objeto que la provoca dejan de coincidir, abre este conjunto de cuentos que hace de ese paréntesis de indecibilidad el espacio donde transitan sus personajes, bordeando el límite que separa -y une- la animalidad de lo humano, la moral de la amoralidad y la realidad de su dimensión fantástica.
Y es en el plano de lo sensorial, en la piel, donde este límite se pone en cuestión desbordándolo, como en el ritual sangriento que tres niñas llevan a cabo en “Hermanas”, donde la fusión con el mundo animal podrá disparar tanto sensaciones físicas de ternura como de violencia. En “Zoo”, una familia de seres que han olvidado su nombre y a los que se designa con un número, viven encerrados y a la vez separados de aquellos cuyo salvajismo los confiere a vivir enjaulados, cuando una escena habitual de tortura los devuelve al recuerdo de su estado primitivo.
En “La piel sensible”, una mujer convive con el fantasma de su marido muerto -el causante del malestar físico que padecen quienes se le acercan- y con su nueva pareja, hasta transformar esta nueva relación en una pura abstracción. En otro relato de fantasmas, “Los hombres van a la guerra”, la naturalización de la guerra convierte el duelo de la protagonista en un dolor “perpetuo pero soportable” y a ella en el fantasma de una escena que se repite hasta el infinito.
Y es en el terreno familiar donde la rutina se complejiza hasta adoptar la forma del martirio, como en “Variables”, donde una madre primeriza decidida a cumplir con el llenado de las planillas que le mandan diariamente (y las “celdas” de excel resultan la metáfora perfecta) reduce hasta lo imposible las variables que la alejan de su rutina de trabajo, así como el aburrimiento y el llanto continuo de una beba recién nacida pueden desquiciar a los integrantes de una familia hasta mostrar su lado más siniestro, uno de los puntos fuertes de la cocina de este sólido narrador.

Publicado en diario Perfil, 3/9/2017

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