lunes, 20 de abril de 2015

Despedida a Günter Grass

Una carta sin respuesta
John Irving




Entre las muchas despedidas posibles a alguien muy querido está “todo lo que hubiera querido decirle y no pude”. El escritor estadounidense John Irving elige este formato para homenajear al escritor que lo deslumbró cuando leyó El tambor de hojalata a los 19 o 20 años, el momento en que se busca desesperadamente una brújula: Günter Grass. Y fue esta novela su bildungsroman, la que le enseñó que “era posible ser un novelista contemporáneo y un cuentista del siglo XIX al mismo tiempo”, la que lo llevó a ofrecerse como modelo vivo en la academia de arte donde estudiaba sólo porque Oskar Matzerath lo había sido.
Frente al escándalo que produjo en las mentes bienpensantes la revelación de que Grass había sido reclutado por las Waffen SS cuando tenía 17 años, Irving recupera, una vez más, la figura con la que Grass se describió a sí mismo en esa confesión: “el niño de la guerra muy gravemente dañado y por lo tanto inexorablemente en sintonía con la contradicción”. Una muestra de lo que para él era hacerse responsable en un sentido profundo (y no oportunista), como ciudadano alemán, del sufrimiento provocado. Esto es lo que, de haber podido, le habría escrito Irving al que consideraba uno de los mejores escritores de su tiempo.

Publicado en diario Perfil, 18/4/2015

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