domingo, 25 de julio de 2021

Entrevista a Carolina Sanín

 


 

Carolina Sanin, una autora colombiana cuyos libros viene publicando, en nuestro país, la editorial Blatt&Ríos, habla en esta entrevista de su último título, Tu cruz en el cielo desierto, con la misma erudición y belleza con la que narra esta confesión “a calzón quitado” de una pasión amorosa a distancia y de su traición.

Auténtica heredera de Clarice Lispector pero con una voz propia, su prosa configura un modo de acercamiento a la experiencia para capturar el ser de las cosas, en un viaje filológico por la tradición literaria de la cual, además, es especialista.

 

¿Hubo una decisión deliberada, en la novela, de exponer la intimidad de los amantes como un modo de desquite?

Sí, creo que existió la intención de desquitarme por una experiencia de manipulación y, a la vez, de ennoblecerla escribiendo a partir de ella. Creo que si te apropias del modo de representar un drama en el que has participado puedes resarcir el daño. Pasar del lugar de objeto de deseo al de autora y espectadora de la escena romántica es también una manera de afirmar tu dignidad humana, que reside en el intento por comprender. La historia íntima fue, también, un pretexto para lo que realmente me interesaba, que iba más allá de la confesión: hacer un estudio del amor y observar los desequilibrios de poder entre los hombres y las mujeres en las relaciones sentimentales, la ambivalencia del género en el deseo heterosexual, la violencia de los mecanismos de la seducción, etc. Quería también honrar la tradición romántica y darle la vuelta al mostrar a la mujer como amante y al hombre como amado, y al mostrar a los dos amantes como dos autores.

Las relaciones amorosas a distancia ponen en escena la dialéctica entre cuerpo y discurso. ¿Es la ética la forma de superar esta contradicción?

Creo que el amor solo existe por fuera -y antes- del lenguaje, pero también creo que lo único que podemos hacer con el amor romántico es decirlo, y que el discurso del romance -la lírica o la declaración- es lo único que podemos saber de él. En cuanto a las relaciones amorosas a distancia: en alguna medida, todas las relaciones amorosas son a distancia. La más obvia es la que se forma entre una autora y su lector. La pregunta sobre la ética es importante porque impone una reflexión sobre la verdad que le debemos al objeto de nuestro deseo. La responsabilidad del amante es la misma que la del escritor: la claridad.

Twitter resultó el teatro donde se desplegó toda la escena del galanteo. ¿El hecho de ser un espacio público les da un carácter diferente?

Sí, en el nacimiento del romance que el libro relata estaba ese ingrediente de exhibicionismo (que luego migra al libro mismo). La seducción y el enamoramiento se representaron en Twitter como en un escenario, frente a un público.

El modelo de la pasión cristiana sostiene esta historia de erotismo sin contacto físico (Noli me tangere) aunque con escenas de “sexo explícito”. ¿Cómo se conjugan ambas cosas?

La pasión es una sola: el deseo sexual y el deseo de martirio están entrelazados, y el amor por el cuerpo glorioso y sufriente de Dios encarnado (en el Cristo) es también el amor por otro cuerpo humano cualquiera. El amor romántico, por otra parte, es siempre -o quiere ser- el amor por el espíritu, y obedece al deseo de divinización del mundo.

El lugar del encuentro pareciera ser el lenguaje literario. ¿El impulso que lleva a escribir se lo puede relacionar con el deseo sexual?

Sí. En Tu cruz en el cielo desierto, los amantes se enamoran por leerse mutuamente. El impulso que lleva a escribir poemas (en la Vida nueva de Dante y en mi libro) es el deseo por la imagen del otro, que aparece ante ti (y que refleja el espíritu, o lo que está por fuera del tiempo, o la divinidad). El amado inspira un libro de la misma manera como el espíritu engendra a Dios en una virgen, y del mismo modo como el semen engendra un hijo en cualquier mujer. El otro -el objeto de deseo- es una anunciación que la autora puede aceptar o no. La aceptación (el “hágase en mí…”) es la obra.

¿El destinatario de esta “diatriba de amor” leyó el libro?

El hombre en quien está basado el personaje del amado (que no es exactamente el destinatario del libro) lo leyó y me hizo saber que se sintió halagado al verse impreso. Es un hombre inteligente, pero con la imaginación secuestrada por el sadismo. Me parece dudoso que haya entendido algo.


Tu cruz en el cielo desierto

            Un “desangrado son corazón” es este libro, que lleva al género “Confesiones” al extremo y hace del relato de la experiencia de un amor virtual y engañoso un infierno, con una escritura que arde y se ofrece en sacrificio, como la pasión religiosa en la que se sustenta.

            Pero también es la puesta en escena de un amor romántico, aquel que no necesita de la unión carnal para existir, que se nutre del decir sobre el amor o quizás, también, el territorio de la histeria de quien no quiere tocar a su amada.

            Su protagonista recorre la larga tradición de la literatura amorosa occidental para intentar comprender las causas de ese amor fallido y concluye que “todo romance es la encarnación de las lenguas romances”, ya que es en la lectura de los textos del otro y en el fervor por su lengua materna donde se encendió la llama de esta pasión sin cuerpos.

            Si el amor a distancia es un llamado al otro mundo, será el tópico de la resurrección -que se repite en los mitos, en los cuentos de hadas, en la tradición cristiana- el lugar del despertar, que, descubre, no es otra cosa que el impulso del deseo.

            Y la salida, la salvación, para decirlo en términos de la narradora, estará en la acción política, en “poner el cuerpo” en un proceso social que recién comenzaba en Colombia y que derivó en la presencia masiva de la muchedumbre en las calles.

            Si en la tradición de la literatura amorosa en Occidente (que, como todo, viene de Oriente) podemos ubicar a la lírica medieval, el amor cortés y todas las formas de la literatura romántica hasta llegar a Barthes, Lacan y Bataille, en la misma serie, debería haber un lugar para la prosa de esta autora.

Publicado en La gaceta literaria, 25/7/21

 

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