viernes, 28 de septiembre de 2018

La lengua maldita

Yo, la perra





        Parafraseando el título de una famosa película sobre Sor Juana (una de las voces poéticas que sorpresivamente no han reaparecido en este nuevo despertar del movimiento de mujeres) una voz femenina en primera persona se asume “perra”, y en este gesto, enlaza con la tradición de poetas argentinas, de la que la “loba” de Alfonsina Storni es una de sus predecesoras. En el poema que abre el libro, “Algo habré hecho”, el cuento tradicional Caperucita roja se reformula cuando el yo poético se deja engullir por el lobo, sin ningún intercambio verbal previo.
        Con una escritura filosa y provocadora construye imágenes concentradas, precisas, con las que se propone construir un lugar propio: “Escribo / para ahuyentar / la pulsión del silencio. / Esa manía / de esquivar la otra voz / y hallar una propia.” Un arte poética que desde el título elegido, “La catarsis no es poesía”, se plantea, lejos de la revelación de una biografía, como un batallar contra “un espacio vacío de voz”.
        La lengua, la escritura, la sangre, el cuerpo, el tiempo, los sueños y las pesadillas, el amor y su contrario: todo lo que tiembla o late, la materia con la que estamos hechos, es la materia con la que está hecha su poesía, que no parece diferenciarse del yo que la enuncia. “Soy / la palabra que repite / el calor del deseo.”

        Leemos en la solapa que su autora apuesta por la construcción de un mundo más justo y considera a la poesía como una herramienta de liberación personal y colectiva. Probablemente nada de esto se deje leer en su escritura. Quizás, sí, lo que en éste, su primer libro se enuncie, es la apuesta por un trabajo poético que se concentra “para saber / hasta que me duele / la lengua”.

Publicado en diario Perfil, 16/9/18

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