EUfyL:
Nueva editorial de la Facultad de Filosofía y Letras
Nueva editorial de la Facultad de Filosofía y Letras
Con la certeza de que el espacio que
concentra los estudios humanísticos es una usina de producción
teórica y crítica, la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA
decidió armar un sello editorial -EUFyL- para poner en contacto el
mundo de la investigación académica con los lectores no
especializados. Para eso, convocó a un editor de oficio, Guillermo
Saavedra, al que lo rodea un consejo editor formado por un
representante de cada carrera, con el propósito de que los debates
que se producen dentro de las cátedras traspasen sus muros,
siguiendo el camino de otras editoriales como el Fondo de Cultura
Económica, Siglo XXI o Paidós, que hicieron lo propio con la
sociología, las ciencias políticas o el psicoanálisis.
Para eso, proyectaron varias líneas:
una que revisitará grandes autores de la tradición cultural
argentina, donde diez intelectuales elegirán fragmentos de la obra
de un escritor y lo comentarán. Comenzaron con diez aguafuertes de
Roberto Arlt y prometen seguir con Sarmiento y con poemas de Lugones.
Otra, en la que publicarán las conferencias de intelectuales que nos
visiten -como ya hicieran Didier Eribon y Noam Chomsky- y la
inauguraron con la conferencia que dio Jacques Derrida en el año 95
en esta misma facultad, prologada por un gran lector de su obra,
Jorge Panesi. En cuanto a la literatura, el tercer título, recién
salido, es un cuento inédito de Samuel Beckett publicado en forma
bilingüe, con un prólogo de uno de los mayores investigadores de su
obra.
“Fantasías y espejismos de la
modernidad” encuentra la prologuista de la selección de
aguafuertes arltlianas, Sylvia Saítta, en los textos periodísticos
que aquél escribió para el diario El Mundo, todos los días,
durante catorce años, de los cuales, los diez elegidos por sus
comentadores pertenecen a los primeros años de la década infame,
cuyo vértigo y espesor este autor supo identificar como pocos.
Y es el lenguaje el terreno donde
despliega esa lengua ácida y ese oído atento al presente con los
que fustiga a “la academia de los fósiles”, ilustrándolos con
un ejemplo salido de la cantera lingüística de los bajos fondos, en
el que afirma que si alguien que va a apuñalar a otro le dice: “te
voy a dar un puntazo en la persiana”, resulta mucho más elocuente
que si dijera: “voy a ubicar mi daga en su esternón”. Y quién
lo va a poner en duda.
Como maestro de “filología
lunfarda”, pone especial cuidado en distinguir la palabra “fiaca”
del verbo “esgunfiarse” -referido a los que se desmarcan del
culto al trabajo- de los que “se tiran a muerto”, los que,
haciendo que trabajan, viven de los demás. Y nos recuerda que estos
especímenes florecen en todas las oficinas, “aún en las empresas
donde es sagrada ley chuparle la sangre al que aún la tiene”, por
si nos quedaban dudas acerca de qué clase de sociedad está
hablando.
Sus comentadores leen en estos textos
escritos con la urgencia de la columna diaria, las marcas de una
escritura que disputó un lugar en el campo literario “sacando
golpes de todos los ángulos”: la dramaturgia, el periodismo, la
crítica de cine y hasta la sociología de las costumbres. Y en una
vuelta de tuerca, uno de ellos lo señala como precursor de Walsh en
la potencia de una crónica que denuncia el fusilamiento de Severino
Di Giovanni con las armas que la literatura llama procedimientos.
El segundo título, Historia de la
mentira es la conferencia que Derrida dio en la Argentina en
1995, años de plenitud del posmodernismo. Y en su historización
comienza por Sócrates, San Agustín (que ya sabían que no existe la
mentira -lo dicho- sino el hecho de mentir -el decir-), pasando por
Koyré hasta llegar a los planteos de Hannah Arendt sobre la mentira
política que encuentra en el reinado del simulacro su lugar en el
mundo, cuando afirma que la mentira moderna ya no sería la
disimulación que enmascara la verdad sino la destrucción de la
realidad, a partir del desarrollo de los medios masivos. Y es en la
amalgama de política, medios y fe donde se define la mentira en
nuestras democracias, dirá Derrida junto con Arendt, como la
capacidad del Poder de hacer creer.
El último de los títulos, Asunción,
es el primer cuento de Beckett, del año 29, que la revista
transition, -la que difundió a casi toda la vanguardia
europea, salida de la mítica librería parisina Shakespeare and
Company- publicó. Fue en
ese mismo grupo donde conoció a Joyce, convirtiéndose en uno de sus
mejores lectores, como se puede advertir en este relato, cuyo
protagonista, un artista encerrado en el ensimismamiento y la
angustia, reflexiona sobre la experiencia de la creación que tendrá
el carácter de la compacidad -“el arte más excelso reduce su
significado hasta alcanzar esa perfección inexplicable que nos hace
estallar”- y rechazará toda concesión al público.
Edición muy cuidada, su introducción
reconstruye las coordenadas de iniciación de Beckett con la que esta
editorial inaugura la línea dedicada al rescate de la gran
literatura, a la que no hay más que darle la bienvenida.
Publicado en diario Perfil, 2/1/2016
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