lunes, 4 de febrero de 2013

Conocer el mundo por sus extremos


Diario de viaje a Oriente (1850-51)
y otras crónicas del viaje oriental

Autor: Lucio V. Mansilla
Edición, introducción y notas: María Rosa Lojo




Pocos períodos en la historia mostraron tanta confianza en sí mismos como el siglo XIX, en el que la fe en el progreso de la mano de la ciencia potenció el afán de conocer el mundo hasta sus confines. El relato de viajes fue el género que mejor lo expresó y que en Argentina dio grandes nombres como los de Guillermo Hudson, Francisco Moreno y Lucio V. Mansilla. De este último, se publica su inédito diario de viajes a Oriente, encontrado por sus descendientes y transcripto del manuscrito original en forma fiel en esta edición, resultado de un proyecto de investigación del CONICET.
La importancia de este hallazgo radica en que constituye el material con el que Mansilla construyó toda su obra posterior. Muchas de las experiencias que adquirió en este viaje iniciático por la India, Egipto y Europa a la edad de 18 años, fueron la fuente de las futuras Causeries del jueves, la columna semanal que le dio un reconocimiento masivo, pero fundamentalmente, fueron la matriz de un imaginario con el que transgredió las formas de abordar al Otro, cristalizada en nuestro país en la dicotomía civilización/barbarie.
Hijo de una de las principales familias del patriciado argentino, sobrino del poderoso Juan Manuel de Rosas y prototipo de la figura del político letrado, fue un personaje tránsfuga que lejos de consolidar su brillante herencia, dedicó su vida a viajar, leer, conversar y escribir las crónicas que su mirada atenta y curiosa hacia el “otro” plasmó en una de las escrituras más singulares de nuestras letras. Su carrera militar, algo accidentada, exhibe las marcas de su espíritu crítico con las crónicas sobre la Guerra de la Triple Alianza que generarían malestar entre sus superiores y las ocurrencias temerarias que lo hicieron famoso como “la de subirse al merlón de la batería y colocarse cabeza abajo para mirar el mundo desde otra perspectiva, mientras oía silbar las balas sobre él.”
Para sus investigadoras, el largo viaje a Oriente fue la condición de posibilidad de esta mirada sesgada, irónica, cosmopolita, tolerante y a contrapelo del discurso dominante que le permitió transformar en “excursión” lo que para la ideología oficial era conquista y aniquilación. Fascinado por lo desconocido, fascinó con su prosa y su conversación encantadoras a sus contemporáneos y delineó para sus lectores presentes y futuros una imagen heterogénea de la identidad nacional.

Publicado en diario Perfil 3/2/13

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